“En la mayoría de las especies de mamíferos, el ser juguetones se va desvaneciendo cuando los individuos se hacen adultos. Pero existen dos excepciones notables en esta regla: los perros y las personas. Durante el transcurso de la evolución, el ser humano se convierte en una especie de “mono juvenil”, conservando la curiosidad y las ganas de jugar a través de la vida adulta. Por lo tanto, no resulta sorprendente que el animal elegido para nuestra compañía más íntima compartiera con nosotros esta prolongada gana de jugar”.
La afirmación anterior corresponde al libro, “Observe a su perro”, escrito por Desmond Morris, zoólogo, etólogo y pintor británico. En sus páginas el autor señala que “lo mismo que nosotros somos monos juveniles, los perros son lobos juveniles. De adultos, los perros domésticos de todas las razas siguen siendo inusualmente juguetones, incluso después de haber alcanzado una edad avanzada. Uno de los problemas con que tienen que enfrentarse es cómo indicar a los perros, o a las personas, que tienen ganas de jugar”.
Comenzar a criar un perro en casa es una gran responsabilidad para sus dueños, porque estos adorables animales de compañía demandan constantemente mucho esfuerzo, dinero y tiempo. Los costos normales en los cuales las familias suelen incurrir radican en la alimentación, los controles regulares con el médico veterinario, el cuidado del pelaje, el tiempo para llevarlos de paseo, un espacio adecuado en casa para que puedan estar cómodos durante el día y la noche, además de mucho amor y cariño de parte de todos los miembros del grupo familiar.
Con respecto al juego, Morris explica en su libro que “dado que lo lúdico a menudo implica luchar en broma y en falsas persecuciones, es imprescindible dejar claro que un acción particular es solo una diversión y que no se puede tomar en serio. Esto se lleva a cabo realizando una exhibición especial de una invitación al juego”.
El famoso zoólogo inglés explica sobre el tema del juego de los perros con sus amos que “la más popular de estas señales de “juguemos” es la inclinación para jugar, en la que el perro, de una forma muy expresiva, baja la parte anterior de su cuerpo mientras la posterior permanece alzada. Sus patas delanteras se colocan en posición de “esfinge sentada”, por lo que su pecho toca, o casi toca, el suelo, en contraste con sus patas traseras que se encuentran estiradas verticalmente”.
Morris describe que en esta postura, “el perro juguetón se queda mirando fijamente a su compañero y realiza pequeños movimientos de sacudidas hacia adelante”, como si dijera “vamos, vamos”. Cuando el compañero responde, se inicia un alegre juego de persecución, algo parecido a una lucha fingida.
Para conservar la salud de estas adorables mascotas, es necesario que los dueños tengan el hábito de jugar con su perro, al menos, una vez al día. Alegres y amenas actividades en casa, en el jardín o en una plaza, ayudan considerablemente a los canes a quemar energía, lo cual es muy favorable para la salud de su corazón y el mantenimiento adecuado de su musculatura y movilidad.