¿Os imagináis recorrer a pie tres continentes -África, Europa y Asia- sin coger ningún barco, ferry o avión, transitando por la ruta senderista más larga del mundo? Pues no, esto no es ficción. Hablamos de algo muy real. Desde L´Agulhas, el punto más al sur de Ciudad del Cabo en Sudáfrica hasta Magadán, en el extremo oriental de Siberia. Atravesando dieciséis países por un camino de algo más de 22.000 kilómetros, más concretamente 22.530 kilómetros, salvando, también a pie, obstáculos naturales como el Mar Rojo y el Mar Negro.
Un reto para los viajeros más osados, que sientan pasión por el trekking, que cuenten con una excelente forma física, y que estén dispuestos a caminar durante tres años a una media de 20 kilómetros diarios, sin descanso, ni domingos, ni festivos y anhelosos por conocer diferentes culturas, vislumbrar paisajes tan diversos como extremos y culminar un desafio de una magnitud inimaginable.
Hay rutas senderistas famosas como el Camino de Santiago, el Camino Inca en Perú, el Sendero de los Apalaches en el este de los Estados Unidos o la Gran Ruta del Himalaya, que transita por esta cordillera y atraviesa India, Pakistán, Tibet, Nepal y Bután. Pero la de Sudáfrica a Siberia es de tal envergadura que supera con creces a cualquier otra. Una auténtica locura de aventura.
El recorrido
Se parte desde la ciudad más meridional del continente africano, Ciudad del Cabo, y la caminata prosigue por la sabana y las reservas naturales de Botswana, Zimbabue, Zambia, República Democrática del Congo, Tanzania y Uganda; por países que padecen continuas guerras como Sudan del Sur -considerado como el tercer estado más peligroso del mundo- y su vecina del norte; por el desierto del Sahara en Sudán y Egipto a casi 50ºC; por Jordania, Cisjordania-Israel y Siria; por Turquía, Georgia y Rusia recorriendo de punta a punta la inhóspita región de Siberia con temperaturas de -40ºC para llegar a Magadan en el extremo este, cuya etapa final transita por la conocida como “carretera de los huesos”, construida por los presos de los Gulags entre 1932 y 1953, de los cuales 250.000 murieron durante su obra y sus huesos fueron enterrados bajo el camino o mezclados con los materiales de construcción.
¿Un desafio imposible? No está documentado que alguien lo haya culminado aún, pues solo esta reservado al alcance de personas dispuestas a arriesgarse a surcar un camino similar a la mitad de la circunferencia terrestre, de atravesar ambientes extremos como el infierno del desierto o la helada estepa, de cruzar zonas de fauna salvaje o territorios cuyo mayor peligro son sus enfermedades endémicas y mortales como la malaria y de traspasar regiones en permanente conflicto bélico.
Hay un refrán popular que dice “para ese viaje no se necesitan alforjas”. Para éste, metafóricamente hablando, muchos y muy dispares.
Una ruta jamás andada, todavía. “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
