Con 96 años Fernando Macarro Castillo (Marcos Ana) -“el poeta de las cárceles”- ostentaba el indeseado record de haber estado preso durante 23 años en diferentes prisiones de la Dictadura, logrando sobrevivir a dos condenas a muerte. Fue el 27 de abril de 2016 cuando este redactor, la hija de un represaliado franquista y una tercera persona, le visitamos en su domicilio. Unos meses después, el 24 de noviembre de este mismo año, la noticia de su muerte nos entristecía y dejaba perplejos.
Luchador por vocación, sobreviviente por convicción, testimonio y voz viva de la represión. Fueron más de tres horas charlando, recordando, firmando y dedicándonos los múltiples ejemplares de sus obras que portábamos. “Que pasen los pájaros, los amigos, el sol y el aire”, y allí estábamos. El tiempo parecía detenerse.
Hablando de la muerte, siete meses antes de su muerte.
Nos habló de su vida y también de la muerte. Le preguntamos sobre su obra “vale la pena luchar” y sobre una frase lapidaria de la misma. “En mi caso, parece que la vida quiere regalarme los años que la cárcel me robó. Pero sé que el final de mi tiempo se está acercando sigilosamente. Así lo siento. La muerte no vendrá ahora armada de fusiles, sino con la ley natural bajo el brazo”.
Nos dijo que tras su libertad había conocido a Charles Chaplín (Charlot). Recordó cuando visitó Auschwitz acompañado de Pablo Neruda y su rostro se humedeció hasta el punto que el Nobel chileno le consoló diciéndole: “parece mentira que con lo que has sufrido, todavía te queden lágrimas”.
Nos mostró el cuadro de un toro y el dibujo de una paloma que le obsequió Pablo Picasso. Está última fue portada de su libro: Poemas desde la cárcel”. Nos enseñó emocionado un ejemplar de la pequeña edición facsímil de “sino sangriento” la obra de teatro con la que homenajeó a Miguel Hernández que escribió y representó clandestinamente en la cárcel con sus compañeros presos.
[Sumario]
Le preguntamos por su amor tardío y nos respondió que aún seguía enamorado. “Creo que es la aventura más apasionante que puede vivir un ser humano. El amor es un sentimiento que me rejuvenece y saca de mí al niño que llevo dentro”. Nos habló de su hijo Marcos Macarro, y de Vida Sender, su amiga y compañera sentimental.
Un libro en ruso para él, y su último poema inédito para mí
Durante más de una hora, nos estuvo dedicando la docena de libros suyos que le llevamos de sus diferentes obras.
Le emocionó un ejemplar de poemas suyos en ruso y español “gedichten uit de spaanse gevangnissen” cuya edición (realizada en la antigua URSS) desconocía y no había visto nunca. Un libro éste que -obviamente- le obsequié.
Hablamos de muchas cosas. Nos sentíamos como en casa, pero debíamos irnos. Nos despidió con un emotivo: “no me olvidéis”, recordándonos que nos dejaba siempre abiertas sus puertas.
Por supuesto, durante el tiempo que nos regaló, charlamos de política. Influenciado por sus compañeros del Partido Comunista alentaba a revolucionarios de todo el mundo. De este modo, me entregó el que quizá fuera su último “poema”, dedicado a Juvenal Ovidio Ricardo Palmera Pineda, alias “Simón Trinidad”, guerrillero de las FARC encarcelado en Estados Unidos. Un documento (en exclusiva) que ve la luz por primera vez.
A Simón Trinidad, hermano de tantas
luchas y esperanzas, encarcelado en
una prisión de los Estados Unidos.
Con la triste autoridad de haber
sufrido 23 años de prisión y la Pena de
muerte en las cárceles de la España
franquista, te envío, de corazón a
corazón, un fraternal abrazo y el
orgullo compartido de nuestra lucha
por la libertad y la dignidad humana.
Que nunca te rompa el desaliento,
Simón. Te arrancaremos de las
sombras, te devolveremos a la
libertad y a la vida, que hay cien
pueblos que pronuncian tu nombre y
que te buscan con sus lámparas rojas
avanzando desde las cinco partes de la
tierra.
Siempre en la lucha,
Hasta la victoria siempre.
Marcos Ana