La exposición propone una reflexión sobre las tradiciones pictóricas de España y los Países Bajos. Y lo hace desmontando ciertos mitos históricos y tópicos que se han vertido sobre las realidades artísticas de ambos ámbitos culturales. De este modo, el espectador se sorprenderá ante los numerosos rasgos que las unen y le llevará a esa reflexión obligada ante el discurso de la muestra.
Comisariada por Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado, en ella se enfrentan 35 cuadros españoles contra otros tantos holandeses; todas obras de los más grandes pintores de ese siglo XVII. En la historiografía tradicional sobre esta época pictórica, los historiadores argumentaban que los cuadros españoles expresaban la auténtica esencia nacional y que los pintores de los Países Bajos hacían lo mismo, volcar el rasgo nacional en sus obras.
Sin embargo, la exposición del Prado hace eco de una impresión que ya tenían los pintores del siglo XIX, como Manet o Monet, cuando vieron en esos cuadros grandes similitudes y no diferencias nacionales como indicaban los historiadores contemporáneos (el XIX es el siglo de los nacionalismo). Alejandro Vergara, comisario de la muestra, incide en que el Museo del Prado ha juntado esas obras para dar un sentido de marco "paneuropeo", no local o nacional, demostrando que son expresión de una cultura europea homogénea.
La mayoría de los cuadros de fuera, no pertenecientes al Prado, han llegado a la exposición gracias a la colaboración especial del Rijksmuseum de Ámsterdam. En una primera parte o sección de la muestra se comparan retratos españoles y holandeses, sorprendiendo como el gusto por la moda de ropas negras y alzacuellos blancos unirá a las dos naciones casi todo el siglo XVII. En otra sección se enfrentan cuadros del realismo exportado por la Italia de Caravaggio, que pronto cuajará en el gusto español de Velázquez y el holandés Rembrandt. Un gusto que perdurará en las dos naciones mucho más que en otros países del entorno.
En la sección de bodegones es donde más similitudes existen, parecen pintados todos por un mismo artista; lo que demostraría el argumento de la muestra de que existe un rasgo más paneuropeo que nacionalista en las pinturas barrocas. Y la última sección que encontraremos en "Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas Afines", propone un enfrentamiento entre dos cuadros pequeños, obras maestras de Velázquez y Vermeer, que culminan la idea de existir muchos elementos que unen a la pintura española y holandesa, en lugar de predominar los rasgos locales que les separasen.
Esas obras son Vista del Jardín de la Villa Medici en Roma (1630) de Velázquez y Vistas de Casas de Delft (“La callejuela”, 1658) de Vermeer; con una estética y composición tan similares que dan sentido a esta propuesta del Prado y al discurso de la exposición: una muestra comparativa que hace profundizar nuestra observación y sugerir la búsqueda de una mirada diferente.
Esta exposición se podrá visitar en el Museo Nacional del Prado en las salas A y B del edificio Jerónimos. Del 25 de junio al 29 de septiembre de 2019