Silencio… El Sil serpentea a través de sus cañones, ejerciendo de frontera natural entre las provincias de Orense y Lugo. Junto a los idénticos entornos formados por el Miño y el Cabe, componen la Ribeira Sacra, especialmente conocida por sus tesoros naturales y biológicos. Desde sus innumerables miradores puede contemplarse su espectacular riqueza paisajística, que acompaña a la cantidad de monasterios y templos que otorgan el apelativo ‘sacro’ a este territorio.
Este espíritu, amparado por el gran itinerario religioso que encuentra en Galicia su cénit, el Camino de Santiago, se ve complementado por estos pequeños templos rurales, que también tuvieron gran importancia en el pasado de la zona. Actualmente se pueden visitar 18 monasterios, entre los que sobresalen el recientemente creado Parador de San Estevo de Ribas de Sil, en el Ayuntamiento de Nogueira de Ramuín –en Orense-, y el de Monforte de Lemos.
Precisamente aquí, en la Villa de Monforte, el viajero puede perderse para encontrarse con la historia. Capital del Condado de Lemos, vivió su mayor esplendor durante los siglos XVI y XVII. Además, la llegada del ferrocarril en 1883 la convirtió en el nudo ferroviario más importante de Galicia y contribuyó a su crecimiento como ciudad, especialmente al barrio de la estación, una delicia para pasear disfrutando del encanto que desprende en cualquier época del año.
La riqueza monumental de Monforte constituye sin duda una de sus bazas más potentes a nivel turístico. Declarado Bien de Interés Cultural, su casco histórico merece ser recorrido con detenimiento a través de un itinerario que contemple el conjunto monumental de San Vicente do Pino, el monasterio benedictino y su iglesia, el Convento de las Clarisas, que posee un excepcional Museo de Arte Sacro, o el de San Jacinto. Parada más que obligatoria es, igualmente, el Colegio de Nuestra Señora de La Antigua, un impresionante edificio de estilo herreriano conocido como El Escorial gallego.
En sus calles y plazas, el visitante podrá degustar las delicias de la despensa local, un indispensable en su viaje. En ella no falta la empanada de iscos, una delicia que integra chorizo y tocino en uno de los platos estrella de Galicia.
Lo mismo ocurre con el pulpo y los diversos panes artesanos de los hornos monfortinos, aliados indiscutibles de los quesos autóctonos, procedentes de las ganaderías de la zona. Tampoco puede faltar en la mesa la ternera gallega, un bocado que, junto a las tapas locales, o el cocido, vendrá regado con los expresivos vinos de la Denominación de Origen Ribeira Sacra.