Dice Ara Malikian (Beirut, 1968) que si Mozart hubiera nacido en esta época sería músico de rock. Una afirmación, cuando menos arriesgada, que se empeña en convertir en dogma. Cada vez que pisa un escenario demuestra que géneros tan dispares a priori – solo a priori – como la música lírica y el rock van de la mano. Quizá ahí radica el secreto de su éxito, en hacer fácil lo que parece (casi) imposible.
Los privilegiados que asistieron al show que el violinista libanés ofreció ayer en Bilbao pudieron comprobarlo in situ. Un repertorio que abarca desde Mozart a Jimi Hendrix, desde Vivaldi a David Bowie, desde Bach a Led Zeppelin. Una actuación coral que por momentos recuerda a una película de Berlanga, en la que todos los músicos se integran en un engranaje perfecto, mezcla de improvisación y academicismo.
Pero Malikian no solo interpreta música. La gira The Incredible World Tour of Violin pretende convertir el auditorio en un corral de comedias propio del Siglo de Oro. Y lo consigue. Apoyado en un excelente guión, da muestras de su talento como actor. Sus monólogos autobiográficos, insertados entre los temas de la representación, conforman el hilo conductor del espectáculo y logran arrancar la carcajada del público, que abandona el recinto rebosante de optimismo y energía positiva, y con la sensación de que la entrada le ha salido muy barata.
De familia armenia, nacido y criado en Beirut, formado en Alemania e Inglaterra, y residente en España. Esos ingredientes multiculturales, sin duda, se plasman en sus actuaciones y enriquecen su propuesta. Ara Malikian es un intérprete que parece llegado de otro planeta. Durante dos horas y media, corre, salta y se arrastra por el suelo sin dejar de tocar su instrumento. El maestro de ceremonias idóneo para un cabaret cósmico. El violinista en el espacio.