Un imagen decepcionante se está apoderando y haciendo habitual durante nuestros trayectos en los diferentes medios que integran el Consorcio Regional de Transportes de la Comunidad de Madrid (Metro, Bus y RENFE). Sin indicaciones en los vehículos y ante la apatía general, ciudadanos de todas las edades se instalan en asientos (incluido los reservados a minusválidos, ancianos, etc.…) apoyando -sin pudor- sus extremidades inferiores (pies y tobillos) en el asiento de enfrente. Ni conductores, ni cartel o rótulo alguno informa sobre la obligación de mantener cuidado y limpio ese transporte.
De este modo, al problema de la basura y la contaminación en Madrid, se suma la falta de una educación cívica y ciudadana entre sus habitantes y transeúntes, que comporta la transmisión a los turistas que visitan la capital, de una imagen antihigiénica, desoladora y tercermundista.Las fotografías que ilustran este trabajo corresponden a situaciones reales y han sido tomadas por su autor, durante diversos desplazamientos.
Calzado sucio y deposito de restos urbanos en los asientos
No importa la edad. A cualquier hora de la mañana o de la tarde, un chico o chica joven o un señor más mayor accede en cualquier parada o estación a uno de los vehículos que integran el Consorcio Regional de Transportes de la CAM. Tras pagar su billete o validar su tarjeta acceden al interior del vehículo, donde varios asientos se encuentran libres en esos momentos.
Conectados a cualquier teléfono móvil o soporte digital, hay cosas “mucho más importantes” que percatarse sobre las necesidades colectivas del conjunto de los usuarios.
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Lo más importante es la comodidad, y sin pensar, toman uno de ellos y viendo que el asiento de enfrente se encuentra vacío, aprovechan para apoyar uno o los dos pies, sin ser conscientes que un próximo viajero sufrirá -en su pantalón, vestido o cualquier otra prenda- la suciedad que han depositado con su calzado; ni que ellos mismos pueden se los próximos que se sienten sobre el excremento que -otros como ellos/as- han dejado en ese asiento.
Prohibición explícita en la normativa de metro, autobuses y RENFE
Pero las distintas normativas son totalmente explícitas. El artículo 9 del Decreto 206/2000, de 14 de septiembre, por el que se aprueba el Reglamento de Viajeros de la «Empresa Municipal de Transportes de Madrid, Sociedad Anónima» (EMT) contempla como derecho de los viajeros que “el estado de los vehículos sea el adecuado para que su utilización se realice en las debidas condiciones de comodidad, higiene y seguridad”.
El siguiente punto (artículo 10) específica que “quedan prohibidas las acciones que puedan implicar deterioro o causar suciedad en los vehículos o en cualquier forma perjudiquen el patrimonio de la Empresa”, matizando que “en todo caso se entenderá que el responsable del vehículo es su conductor, cuyas instrucciones deberán ser observadas por los viajeros”. Aviso éste muy importante para transeúntes usuarios -especialmente- de autobuses adscritos a la red pública que brinda la Comunidad de Madrid.
Sobre las obligaciones de los viajeros, el artículo 11 f) establece como obligación de los viajeros, no “ensuciar o dañar en cualquier forma el interior y exterior de los vehículos”.
Por otro lado, el artículo 5 k) del “Reglamento de viajeros de los servicios de transporte público de superficie del ámbito de la entidad metropolitana del transporte”, estipula como prohibición: “ (…) aquellas acciones que puedan implicar el deterioro o causar suciedad en los vehículos (…)”.
También, las Condiciones Generales de RENFE Viajeros, en su Título II, prohíben a los viajeros “realizar acciones que (…) supongan el deterioro del material de los vehículos (…)”.
Vista gorda, temor de conductores y viajeros, y mucho pasotismo político
Ni conductores ni viajeros suelen atreverse a hacer frente a hechos tan incívicos. Una actitud de pasotismo que se extiende a los responsables de Transportes de la Comunidad de Madrid. Nadie hace nada, y cada vez los transportes públicos de la CAM están más sucios y deteriorados.
Son millones los usuarios que utilizan el metro, el autobús o la RENFE para desplazarse y regresar de sus trabajos, observando con estupor cómo el ocupante del asiento de enfrente les “permite” sentarse en el que hasta ese momento le servía para apoyar sus zapatos, deportivas o zapatillas.
La situación se agrava los fines de semanas con los muchos miles de turistas que recorren la ciudad en nuestros transportes públicos, retratando en muchos casos con sus cámaras, un comportamiento que -evidentemente- nos diferencia mucho de sus países. Comportamientos tan incívicos pasan a formar parte y perpetuarse en sus álbumes de viaje.