El planeta rojo nos adelantó parte de la fascinación de su visita a las "afueras" de la Tierra en el pasado eclipse lunar del 27 de julio, uno de los más largos que habrá este siglo. Se pudo hacer un " 2 x 1" y contemplar ambos fenómenos sin necesidad de telescopios. Marte durante este verano (hemisferio norte) estará más próximo en su órbita solar a la Tierra. A simple vista, alcance del ojo humano, la estrella roja que podemos ver brillar de forma intensa estos días es nuestro vecino marciano.
Marte ha causado fascinación desde tiempos inmemoriales al ser humano. Mucho más desde que la sonda espacial VIKING, hace ya cuarenta años, comenzase a mandar a la NASA las primeras fotografías (a color, incluso) del planeta rojo. Por eso, poder ver Marte desde nuestra ventana resulta como ver a un familiar lejano al que se le tiene mucha estima.
Marte estuvo a unos 57,6 millones de kilómetros el pasado martes 31 de julio; una distancia "a tiro de piedra", dos minutos a la velocidad de la luz, si la comparamos con los más de 100 millones de kilómetros que como media existe de separación entre la Tierra y Marte en las otras fechas del calendario. Esta proximidad se repite cada dos años, pero en esta ocasión se han sumado factores favorables como la "alineación" de los dos planetas (algo que suele ocurrir cada 15 años), que depende de la "caótica" órbita marciana, una de las más irregulares del Sistema Solar.
[Sumario]
En una de estas aproximaciones es cuando las potenciales y proyectadas misiones espaciales que alcancen Marte con astronautas deben iniciarse. En un principio sería necesario construir una estación nodriza en la Luna o bien una estación espacial que orbite entre la Tierra y su satélite, para que sirva de lanzadera y hacer el viaje más corto; entre 5 y 6 meses, según los expertos.
Una vez en Marte, habría que vivir bajo tierra, pues las radiaciones -sin atmósfera- que sufre nuestro vecino planeta son insalubres a largo plazo. Otro reto vital de la misión a Marte sería construir una especie de Cabo Cañaveral marciano allí, un centro espacial que controlase los lanzamientos de regreso a la Tierra. Por ahora, podemos seguir soñando contemplando en las noches de agosto el rojizo fulgor de Marte.