‘Patria’ es seguramente una de las ficciones del año en España. La serie de HBO, adaptación de la novela homónima de Fernando Aramburu, cuenta con un reparto deslumbrante, con unas Bittori (Elena Irureta) y Miren (Ane Gabarain) que son tal cual las imaginabas leyendo el libro.
Con secuencias que ponen la piel de gallina y un reparto de este nivel cuesta menos imaginarse lo que debió ser vivir en el País Vasco en los años más duros del terrorismo de ETA. Ponerse en la piel de los protagonistas y sentir su dolor. Y esa es una de las grandes virtudes de ‘Patria’.
“Todos hemos sufrido, no remuevas”, le dice Joxian a Bittori, cuyo marido fue asesinado por el hijo de este. Y uno en un primer momento se puede preguntar que cómo es ese dolor comparable. Pero ‘Patria’ es un reflejo de cómo cada uno adoptó tomó diferentes caminos para asimilar un dolor que era abrumador y una realidad difícil de asimilar. Que todos, de una u otra manera y en mayor o menos medida, sufrieron.
Miren no era abertzale. No apoyaba a ETA y huía de las manifestaciones y follones cuando iba a pasear con Bittori. “Mejor coger el autobús ahora antes de que corten la calle”, le decía. Y cuando ve a su hijo José Mari en una de estas protestas discute fuertemente con él. Pero poco a poco se va radicalizando. Cuando José Mari se marcha de casa a la “clandestinidad” el pueblo la felicita por tener un hijo valiente, que lucha por la patria, e incluso el párroco le dice que debe sentirse orgullosa de él y defenderlo siempre. La situación en el pueblo se va tensando cada vez más y para entonces Miren ya no habla con Bittori, va homenajes a terroristas y suelta proclamas abertzales. Hasta que al ver en televisión que su hijo es sospechoso de varios asesinatos, rompe de rabia y comienza a insultar al Estado Español. Porque su hijo no es un asesino. Él es un libertador de la nación vasca oprimida, un luchador, y la televisión es manipuladora y mentirosa. Hay pocas cosas que una madre no haría por sus hijos. Y es más fácil y menos doloroso pensar que tu hijo es un luchador que asumir que ha matado a gente inocente.
Joxian sí sabe que José Mari matará a gente. Sospecha que ha entrado en la banda criminal y teme el daño que pueda llegar a hacer. Pero vive con miedo. Miedo a contrariar a Miren, ferviente defensora de ETA. Y miedo a ser señalado como lo fue el Txato, su mejor amigo. “Si me ven hablando contigo me marginarán a mí también”, le confiesa. De la noche a la mañana, Joxian ni saluda al Txato, su fiel amigo con el que jugaba a las cartas y hacía rutas en bicicleta. Y todo por miedo. Miedo a lo que piensen los demás. Miedo a ser el próximo señalado por ETA. Y su respuesta a este miedo y dolor es callarse y guardar silencio como tantos otros hicieron.
Bittori y su hijo Xabier no volverán a ver la vida de la misma manera y asumen que la felicidad es algo que no les corresponde. El Txato no ha muerto, lo han matado, y aunque el resultado pueda ser el mismo, este matiz lingüístico explica cómo afronta la muerte de su padre Nerea y cómo lo hacen Bittori y Xabier. Nerea no vuelve de Zaragoza para el funeral, incapaz de asimilar que el Txato ha sido asesinado. Su padre ha muerto y ella quiere mantenerse al margen, alejada de cámaras y periodistas que no respeten su privacidad. Seguir en el anonimato para pasar página y dejar atrás el dolor. Para Txabier su padre ha sido asesinado y eso va a ser una losa demasiado grande para él, mientras que Bittori solo podrá dejar atrás “todo lo que nos han hecho”, que no pasado, si descubre la identidad del asesino de su marido.
Por su parte, Arantxa y Gorka no tienen otra opción que marchar del pueblo si quieren escapar de la presión de los nacionalistas más radicales.
‘Patria’ es una misma historia de dos familias, amigas de toda la vida, vista desde varios puntos de vista de sus protagonistas. Una misma historia y distintas facetas del dolor y de su asimilación. Y, sobre todo, un ejemplo del absurdo y del daño que hacen las ideas de patria y nacionalismo.