Barcelona, un ejemplo de urbanismo ordenado, cambió su descuidado aspecto a partir de 1992, año de celebración de los Juegos Olímpicos en la Ciudad Condal. Tanto es así que la transformó en una ciudad seductora y cosmopolita.
Una urbe que vivía a espaldas del Mediterráneo, pero que de improviso acometió una profunda remodelación de sus playas, su paseo marítimo y su puerto. Desde el Port Vell hasta la Rambla del Poblenou, abriéndose paso lo que fue la Villa Olímpica –hoy convertida en un barrio moderno y centro de ocio de la ciudad en lo que fue un área industrial muy degradada–, y la Barceloneta –uno de los barrios más populares, marinero en esencia y distinguido por sus playas, las más conocidas y concurridas de la ciudad–.
Centro histórico de la urbe
El centro histórico de la ciudad esta capitalizado por el Barrio Gótico, destacando la Plaza de Sant Jaume con el Palau de la Generalitar y el Ayuntamiento en cada uno de sus flancos. Y a poca distancia se ubica la catedral, un fiel reflejo del gótico.
Separado por La Rambla, el emblemático paseo que discurre entre la Plaza de Catalunya y el viejo puerto, se halla el Raval, un barrio multicultural con una amplia variedad de comercios, restaurantes, cafés, cervecerías, galerías de arte y viejas librerías. Un barrio en el que sus propios vecinos dicen de él: “está todo y todos pueden convivir”
La mencionada Rambla transita entre medias del Barrio Gótico y el Raval. Comienza en la Plaza de Cataluña y finaliza su recorrido de más de un kilómetro a pie del puerto en la plaza donde yergue el monumento a Cristóbal Colón. En su arbolado recorrido, trufado de quioscos callejeros y puestos de flores, destacan el famoso Mercado de La Boquería, donde se puede comprar todo tipo de productos frescos, y el Palau del Liceo, escenario desde mediados del siglo XIX de las más prestigiosas óperas del mundo.
El modernismo en la Ciudad Condal
La Sagrada Familia sigue siendo la guinda del pastel de la Ciudad Condal, máximo exponente de la arquitectura modernista del maestro Gaudí. Ciento cuarenta años de construcción la contemplan. Y como se trata de una obra que avanza a través de donaciones, hasta el momento han sido levantadas 8 de las 18 torres diseñadas por el artista catalán, sigue sin poderse adivinar su finalización.
Pero no solo la basílica es reflejo del modernismo en Barcelona. El distrito de L'Eixample –una de las zonas más modernas de la ciudad– y el Passeig de Gràcia –un esplendido bulevar donde se asoman edificios tan emblemáticos como la Fundación Tapiès, la Casa Batlló, la Casa Ametller y La Pedrera, entre otros– son paradigmas del Art Nouveau en la ciudad.
Los pulmones de Barcelona
El Parc de la Ciutadella –con sus extensas zonas ajardinadas, fuentes y cascadas y construido sobre la antigua fortaleza de la ciudad para albergar a la Exposición Universal de 1888– y el Parc Güell –inaugurado en 1922, Patrimonio de la Humanidad, obra de Gaudí y decorado enteramente con mosaicos de cerámica de múltiples colores y onduladas formas– constituyen las zonas verdes de la Ciudad Condal.
Pero será la montaña de Montjuic el auténtico pulmón de Barcelona. Una montaña en la que se emplazan el Poblé Espanyol –un museo arquitectónico al aire libre–, la Fundació Miró –que alberga las obras más representativas del pintor catalán–, el Palau Nacional –que aloja actualmente el Museo Nacional de Arte de Catalunya– y el Anillo Olímpico –con escenarios tan representativos como el Estadio Olímpico Lluis Companys, el Palau Sant Jordi o las Piscinas Picornell–.