Uno de los tours más demandados en las agencias de viaje es, sin duda, el de las llamadas Ciudades Imperiales del centro de Europa: Praga, Viena y Budapest. Tres majestuosas urbes que te permiten sumergirte en otra época. Esplendor de otro tiempo que aún perdura.
Praga, sabor del medievo
Praga destila un aroma medieval en todos y cada uno de sus rincones. Bañada por el río Moldava, la actual capital checa tuvo su máximo esplendor en el siglo XVI con la dinastía de los Habsburgo.
Su centro histórico está considerado Patrimonio de la Humanidad y su epicentro es la Plaza de la Ciudad Vieja que alberga la Iglesia de Nuestra Señora del Tyn de estilo gótico, el Ayuntamiento con el solemne Reloj Astronómico en su fachada donde se contempla el original desfile de sus pequeñas figuras de los 12 apóstoles que marcan las horas, punto de mayor atracción turístico en la ciudad.
A poca distancia se ubica el barrio judío donde se agolpan en su cementerio más de 10 lápidas sin orden ni concierto. Y a su alrededor se diseminan diversas sinagogas por las callejuelas que circundan el camposanto.
En la llamada Ciudad Nueva destaca la plaza de San Wenceslao, escenario de las movilizaciones que acabaron en el año 1989 con la caída del régimen comunista. En la actualidad está trufada de hoteles, restaurantes, centros comerciales y lugares de ocio. Y poca distancia se emplaza uno de los edificios de mayor raigambre, el Teatro Nacional, el alma mater de la ópera checa.
Dirigiéndonos hacia el Moldava hallamos posiblemente el lugar de mayor notoriedad de Praga, el puente de Carlos, de más de medio kilómetro de largo, construido completamente de piedra y engalanado a cada uno de sus lados por 30 estatuas.
Una vez atravesado el río accedemos a la llamada Ciudad Pequeña llena de palacetes, antiguas iglesias, jardines y el Monte Petrin, coronado con la torre que lleva el mismo nombre de unos 60 metros de altura aproximadamente y que imita a la parisina Torre Eiffel.
Y accediendo a la parte alta de la ciudad llegamos al Castillo de Praga y la Catedral de San Vito. Mientras que el castillo acogió en sus tiempos a la realeza bohemia y posteriormente a la de los Habsburgo; la catedral cobija en su interior los restos mortales de los reyes Carlos IV y sus cinco esposas, de Fernando I y de Maximiliano II.
Viena, la música y su luminosidad imperial
Viena, siempre ligada a las artes musicales, conserva el halo imperial que siempre ostentó. En sus calles se destila música, se respira un cierto aire bohemio y se agolpan numerosas galerías de arte, elegantes cafeterías y esplendorosas cervecerías.
El centro histórico está delimitado por la avenida Ringstrasse y alberga los espectaculares Teatro Imperial, Palacio de la Ópera, Parlamento y los museos de Bellas Artes y de Historia Natural; así como los palacios de Hofburg, residencia oficial de los antiguos emperadores austro-húngaros; y de Schönbrunn, la vetusta residencia de verano de la familia imperial.
En cuanto a edificios religiosos destacan la catedral de San Esteban, con una amalgama de estilos románico, gótico y barroco; y la iglesia de San Carlos Borromeo, una de las mejores representaciones del arte barroco.
Mientras que teatros como el de Burgtheater o como el de la Opera; así como los museos anteriormente citados de Historia Natural y de Historia del Arte son la mejor representación de los grandes mausoleos de la cultura en la ciudad.
Pero no nos debemos olvidar de la parte lúdica con una visita obligada el parque del Prater que se ubica en paralelo al Danubio y que se constituye en pulmón de la ciudad. Una gran parte del mismo está ocupado por el célebre parque de atracciones en la que destaca su popular noria que data del siglo XIX y que ha ostentado un papel protagonista en diversas películas de la industria cinematográfica de Hollywood, siendo la más conocida la de “El Tercer hombre” de Orson Welles.
Budapest, la París del Este
La capital húngara se precia por ser una urbe con un importante legado cultural y esplendidos lugares para visitar. El origen de Budapest nace de la unión de dos antiguas ciudades separadas por el curso del Danubio, Buda y Pest.
En lo que fue Buda, la histórica capital, se ubica el reputado barrio del Castillo que acoge al espectacular Palacio Real. De igual manera se hallan los museos más interesantes de Hungría, como el de Historia o la Galería Nacional. Y también encontraremos la antiquísima Iglesia de Matías que alberga en su cripta al difunto rey Bela III.
En el monte Gellert se encuentra la Ciudadela, antigua fortaleza de los Habsburgo, y en las faldas de su colina el archiconocido balneario Gellert . Pero quizá las vistas más hermosas las encontraremos desde la balconada de esta impresionante parte antigua de Budapest , el llamado Bastión de los Pescadores, la vieja muralla medieval de la urbe antigua, vislumbrándose el espectacular Parlamento –de estilo neogótico y durante muchos años considerado como el más grande del mundo– y el Puente colgante de las Cadenas sobre el Danubio, el nexo de unión entre Buda y Pest y símbolo de la ciudad.
En Pest, la parte ahora moderna de la ciudad, hallaremos la Basílica de San Esteban donde se conserva la mano momificada del rey Esteban, fundador del estado magiar; la Avenida Andrassy –los Campos Eliseos del Este– con la Opera Nacional y el Museo del Terror (en el que se archiva numeroso material fotográfico del extermino nazi y la ocupación soviética) y la joya de la corona, la Plaza de los Héroes, punto y final de esta esplendorosa avenida jalonada de ostentosos edificios, donde se erigen las estatuas de los líderes tribales húngaros, reyes e importantes personalidades.