El Mediterráneo, el mar interior más grande del mundo, que ocupa una superficie total de 2,5 millones de kilómetros cuadrados, es el más contaminado del mundo, ya sea por el vertido de hidrocarburos, la proliferación invasiva de residuos plásticos o el auge incontrolado del turismo masivo.
Más del 95% de sus residuos son microplásticos, pequeños sedimentos plásticos provocados por el oleaje y las mareas. Tanto es así que el Mediterráneo acumula en sus aguas entorno al 20% de todas las partículas de microplásticos que flotan por mares y océanos del planeta.
Según un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) los datos son aterradores. Los países a los que baña el Mediterráneo generan tal cantidad de basuras flotantes, botellas y bolsas, que diariamente se arrojan a sus aguas más de 200 toneladas de plástico. O dicho de otro modo, 1,25 millones de fragmentos por kilómetro cuadrado.
Y tal es el impacto medioambiental en la fauna marina, que diversas organizaciones globales como Greenpeace, Oceana Europe o el propio Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), indican que más de 130 especies están afectadas y, en algún caso, al borde de su extinción debido a las altas tasas de residuos plásticos que ingieren. De hecho se han hallado en atunes, peces espada, tortugas marinas o aves pequeños fragmentos en su interior.
Hidrocarburos y pesticidas, las otras amenazas
Asimismo el vertido de hidrocarburos, medio millón de toneladas anuales de residuos petrolíferos, supone otra de las amenazas que tiñe las aguas del Mediterráneo, propiciado por accidentes de buques petroleros o por los vertidos de las industrias químicas que se ubican en sus costas.
Pero no solo son los incidentes de las embarcaciones o la proliferación de las empresas químicas los que provocan inmundicia en sus aguas. A ello contribuyen, de igual manera, las compañías del sector turístico que operan con innumerables y mastodónticos cruceros que surcan el Mediterráneo, incrementando en un 40 % la basura marina y el denso tráfico de navíos mercantiles que procedentes de Asia camino de Europa y América transitan por sus aguas.
En definitiva, el crecimiento desbocado de ambas, turismo y comercio, están provocando una intensa contaminación,la progresiva degradación ambiental, la elevación de la temperatura de sus aguas y por consiguiente la muerte de un buen número de especies.
Según datos que proporcionan los propios gobiernos de los 23 países bañados por el Mediterráneo otra de las causas que agrava la pureza de sus aguas es el esparcimiento al mar de pesticidas tóxicos por las cuencas fluviales debido en gran parte a la proliferación en toda la zona de una agricultura intensiva.
De hecho en nuestro país, el segundo que más basura plástica vierte al mar, las comunidades autónomas a la ribera del Mediterráneo -Cataluña, Valencia, Murcia y Andalucía- emplean casi el 70% de los pesticidas consumidos en todo el estado siendo en su mayoría arrastrados hasta el mar sin que las deficientes infraestructuras para su depuración puedan frenar su vertido.
Soluciones
Tanta es la preocupación por preservar la salubridad del Mediterráneo que desde hace años los gobiernos de los países mediterráneos vienen trabajando aunque sin éxito en aplicar medidas como desnuclearizar la zona, incrementar el tratamiento de residuos (tan solo se recicla un tercio de la basura plástica generada), incentivar a las empresas para que inviertan en un uso más sostenible de los plásticos, poner coto a la proliferación de industrias químicas, implantar medidas que salvaguarden la biodiversidad y favorecer una agricultura más ecológica y natural.