Kiko Matamoros está cansado de su ex-mujer, Makoke, y del hijo de ésta, Javier Tudela. El colaborador de “Sálvame” ha querido mandar un mensaje a ambos y les recomienda que permanezcan “quietecitos” y “callados” después de todo lo que ha pasado tras el divorcio.
Las últimas semanas han sido un poco “extrañas” para Kiko Matamoros: de no saber nada de su segunda mujer a encontrarse con ella en varios eventos. El último, la obra de teatro del polémico Rafael Amargo. Kiko acudía junto a su novia, la modelo Marta López, y a la entrada del Teatro de La Latina un reportero le comunicaba que minutos antes había llegado su ex-, la colaboradora de “Viva la vida”, Makoke. La respuesta de Kiko fue muy aclaratoria: “¡No me jod***!”.
A la salida del teatro, tanto Kiko como Marta se mostraban muy felices tras ver la obra y aseguraban que era una auténtica maravilla. No le daban importancia a la coincidencia y era Makoke la que se reía ante las preguntas de los reporteros sobre Kiko Matamoros y todas las polémicas que han rodeado su separación, entre otras, las acusaciones por parte del colaborador a su ex- asegurando que no le había devuelto sus muebles (de diseño y cuyo valor económico es muy alto). “No merece la pena contestarle (…:) Qué pesado, lo he vendido todo”.
Pero Makoke no ha sido la única en hablar. También su hijo Javier Tudela que ha confesado que ha sido él el responsable de la desaparición de algunas cosas de Kiko Matamoros, más concretamente, unos zapatos muy caros que decidió que lo mejor era tirarlos a la basura ya que no le gustaban nada. Por otro lado, no dudaba en reírse ante las duras críticas de Kiko a su poca trayectoria profesional: “Kiko me podría haber enseñado algo, pero no recuerdo el qué”.
Desde el plató de “Sálvame”, el colaborador decidía apostar por la “tranquilidad”, hasta quería aconsejar al propio Javier que no entre en una guerra en la que no pinta nada: “Me cuesta trabajo hablar de este chaval porque lo he tenido 20 años al lado”.
Pero tras escuchar las declaraciones de ambos, Kiko acababa perdiendo la paciencia: “¡Qué me dejen en paz!” y acusaba, directamente, a Makoke de todo lo que había logrado durante los últimos veinte años: “”.Me has despojado de todo, me he quedado sin las inversiones en dos inmuebles, que ha sido mi trabajo, mi vida y mi dinero, lo he perdido y te lo has quedado tú"
Kiko parece resignado ante la imposibilidad de recuperar sus pertenencias pero les ha advertido: “Que me dejen porque un día voy a explotar y voy a echar por la boca lo que no está escrito”. Por su bien, deben estar “quietecitos” y “Callados”. Y, para terminar, “Meteros la lengua donde os quepa” y tiene claro que no va a soportar las provocaciones ni de su ex-mujer, ni del “mocoso” con el que convivió durante 20 años.