En México, 7.7 millones de personas padecen algún tipo de discapacidades, siendo esta la muestra de una serie de desatenciones de todo tipo, comenzando por las instituciones gubernamentales, como de la misma sociedad en cuanto a los cuidados prenatales, por mencionar sólo alguno de ellos. En ese sentido, un parámetro importante para medir el nivel de progreso de un país, es la atención para con sus grupos vulnerables y en gran medida minoritarios, rubro en que los países en vías de desarrollo, aún tienen un trecho largo que recorres pues la inequidad y casi nula cultura de inclusión es aún notoria.
Ante las obvias omisiones de las autoridades en Latinoamérica, cuando menos 13 países de este continente han recurrido a la iniciativa privada para ayudar a través de donaciones a este sector tan olvidado con un proyecto denominado Teletón que a la fecha ha impactado la vida de 400 millones de personas en América. En México, es el turno de la edición número 23 que, en el mismo número de años, ha dejado poco más de una veintena de centros a lo largo de sus 33 estados para la atención pronta de quien padece una discapacidad tanto motriz como intelectual. Incluso, en los últimos años han extendido su cobertura brindando atención también a niños y jóvenes con cáncer.
Como ya se mencionó, dichos proyectos viven con la inyección de las donaciones de la iniciativa privada, así, tan sólo en 2019, entre empresas privadas y los donativos de la sociedad civil, la Fundación Teletón A.C., recaudó poco más de 20 mil millones de pesos, cifra reportada ante hacienda, pero por desgracia en los últimos años el prestigio del proyecto ha venido a menos por una serie de rumores que han puesto en tela de juicio tanto la veracidad del #Teletón, como las buenas intenciones de quienes están detrás de mismo pues hay quinees acusan a los principales organizadores del evento de lucras con la buena voluntad de un pueblo, como de una salvaje evasión de impuestos que maquillan apoyando la causa.
El asunto llegó a tanto que se llegó a especular con la anulación de la causa, pues la gente cada vez más desconfiaba más de que los recursos en realidad llegaran a su destino idóneo. De ese modo, Teletón y sus organizadores, lanzaron el reto a quienes desearan hacerlo, para visitar los centros de rehabilitación en el país para que pudieran ser testigos presenciales del trabajo y los progresos de cientos de personas con algún tipo de discapacidad ahí.
Hoy el proyecto vive, pero vale la pena analizar la crisis que por momentos vivió y el porqué de esa crisis y todo, parece ser producto una vez más de la conspiranoia y el hartazgo social que mantiene a un país como México, cansado de tantos abusos, en alerta.
Se dijo por ejemplo que Teletón era una sucia argucia para evadir impuestos, ya que las donaciones a dicha causa, lograban que el gobierno mexicano perdonara muchas de las obligaciones fiscales de las grandes empresas en el país, sin embargo, la verdad de las cosas es eso es falso precisamente porque es cierto. Sí, cuando menos en México, todas las empresas tienen la opción de donar parte de sus ingresos precisamente a cambio de la condonación de impuestos. Lo malo es que al parecer muchos de los mexicanos desconocerán el funcionamiento de las asociaciones civiles que subsisten como el Teletón, con ingresos producto de la caridad. Por su puesto que habrá malos manejos seguramente en alguno de los centros de atención, pero por desgracia a eso está propenso cualquier proyecto en cualquier ámbito.
Otra de las razones para confiar en el proyecto, es que son cada vez más palpables los resultados de estos centros de rehabilitaciones, y sin bien es cierto que todos podamos conocer a una persona rehabilitadas o en el testimonio de quienes así lo han vivido, la verdad de las cosas es que las mismas universidades e institutos profesionales y académicos especialistas en el área, interactúan cada vez más con dichos centros, y son ellos, los profesionales que pocos intereses guardan con el gobierno, los que dan cuenta de la maravillosa tarea hecha ahí.
Al final de cuentas, las teorías de conspiración se alimentan precisamente de la falta de información y del poco análisis de la realidad objetiva que rodea al que las prolifera, pero muchas veces las cosas son más obvias de lo que se cree y sólo hace falta escuchar y reflexionar con un poco más de detenimiento, pues estamos a tiempo frenar ese daño tremendo a ejercicios sociales como la democracia o la libertad de expresión o el ya descrito, que ninguna culpa llevan.