Se acerca navidad, y con ello, las tradiciones que le dan sabor al mundo. El árbol, el nacimiento, las series musicales, los regalos y el arcón, ¿navideño? Sí, hay otras que han ido desapareciendo del argot decembrino, pero lo más importante de todo, tal vez nunca debieron estar ahí pues su originen dista mucho de los ánimos de estas fechas en que el mundo parece caer en un simulacro mundial de amor y bondad.
Seguramente en tu memoria descansa la imagen de papá o mamá volviendo a casa con un inmenso regalo, una canasta o caja, ataviada de carnes, vinos y demás menesteres propios de las fechas que ponían de gozo a la casa del ofrendado. Bien, a eso es a lo que se le conoce como un tierno arcón navideño, pero para asombro de muchos, su origen se remonta muchos años atrás, incluso antes del nacimiento del causante de todo este asunto (Jesucristo).
Antes, mucho antes de que el dios mayoritario en el mundo llegara al mundo (de acuerdo con la tradición cristiana), los romanos y muchos otros seres en este planeta adoraban a los astros, a los cuerpos celestiales que pendían en el cielo, que todavía hoy maravillan al mundo. Bien, antes de todo eso, las celebraciones eran a Saturno y no al dios que hoy todos alojamos en el inconsciente colectivo. Entonces, de #Navidad, muy poco.
Luego, el hoy casi olvidado arcón navideño era llamado sportula, es decir que la sportula es el primo lejano del arcón navideño que regocijó la casa de millones en el mundo. Aunque, y esto si cabe resaltarlo, su cometido sigue siendo muy parecido hoy, como el de hace ya algunos miles de años atrás.
Sucede que, en la antigua Roma, y con esos principios que dieron pie a lo que hoy conocemos con el derecho romano que impera en el mundo y reparte justicia, los ciudadanos de la ciudad con un poco más de ventajas económicas y sociales, palabras más palabras menos, arropaban a otros que no lo eran tanto. Todo, sólo para ganarse un lugar en sus consideraciones por si en algún momento pudieran llegar a necesitar de sus favores o ventajas antes mencionadas para salir de un aprieto.
Esto dio lugar al concepto cliente-patrón en que una de las primeras responsabilidades del cliente era acudir todos los días a la casa del patrón a darle los buenos días y ponerse a su servicio. Lo que el patrón hacía (aunque no sabemos si cotidianamente o periódicamente) era ofrendar al cliente una canasta con algunas de las dádivas que el cliente pudiera requerir para llevar su vida de una forma más decorosa, o simplemente, para alimentarse con mucha más dignidad.
Una práctica ciertamente un tanto clasista y castísta, que, tal vez por eso esté a punto de desaparecer, de no ser por las oficinas burocráticas o similares. El asunto es que la navidad llegó mucho después de eso, y se desconoce cómo fue que la navidad adoptó este gesto como una de sus tradiciones del mes de diciembre, aunque muchos refieren que esto puede ser a causa del oscurantismo que el mundo atravesó por muchos años.
Al final, la pregunta interesante es, ¿Cuántas tradiciones más habrá secuestrado la navidad? Y ojo, aquí la navidad nos gusta, pero de repente hay muchas manos metidas en el asunto y el gesto original queda de lado. Por cierto, ¿saben que Santa Claus no era rojo en un principio y que eso se le debe en gran medida a una importante marca refresquera? En fin. Ahí la dejamos para la próxima.