Isabel Pantoja vivió una auténtica pesadilla, hace unos años, relacionada con la polémica finca Cantora: su millonada obra que no contaba con licencia. Según la revista Lecturas, Isabel Pantoja quiso llevar a cabo un opera “faraónica” con la ampliación del cortijo de Cantora, sin tener la licencia oportuna, y la jugada no acabó como a ella le hubiera gustado.
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Tras el inicio de la disputa entre Kiko Rivera e Isabel Pantoja por saber la verdad sobre el testamento de Paquirri, salen a la luz nuevas informaciones sobre la finca Cantora. La propiedad más valiosa del torero ha vivido varias épocas y, sin duda, los años 80 fueron unos momentos más complicado.
Tras la muerte de Paquirri, y tras los tres años de lucha con las distintas partes que formaban parte del testamento del torero, la tonadillera decidió realizar una reforma integral del cortijo que actualmente es su vivienda, pero se acabó convirtiendo en una auténtica pesadilla de la que la salvó una persona fundamental en su vida en aquella época: Encarna Sánchez.
Este es un capítulo más que demuestra que la finca Cantora es una propiedad “maldita” y la gran cantidad de dinero que ha engullido esta parcela. No solo en el caso de Isabel Pantoja. Los periodistas de la época aseguran que Julián Muñoz gastó grandes cantidades económicas para poner al día la finca y comprar cabezas de ganado.
Era el año 1989, solo había pasado año y medio desde que había tenido lugar el reparto de la herencia de Paquirri cuando la tonadillera decidió llevar a cabo una modificación completa del mencionado cortijo. Según Antonio Rossi, en “El programa de Ana Rosa”, “el cortijo que ella recibe no es como lo conocemos ahora, era bastante pequeño”.
La reforma sería una idea que tenía en la mente desde hacia bastante tiempo: una ampliación enorme que implicaba una inversión de más de 10 millones de pesetas de la década de los ochenta y con la que quería “terminar la nave que había iniciado Paquirri, la zona de recreo, lo amplió con habitaciones, salones…”
Todo iba con normalidad, hasta que ese mismo año recibió la visita de un técnico del ayuntamiento para hacer una inspección y “se da cuenta de que ha cambiado su estructura” y lo pone en conocimiento de los encargados del consistorio. Al ser una “obra completamente ilegal”, ya que Isabel Pantoja “no pidió permiso” y según Antonio Rossi, el ayuntamiento decidió imponerle “una multa de 280 pesetas”.
La persona que se ocupó de solucionar el problema fue Encarna Sánchez. Isabel Pantoja, en un intento de legalizar su situación, “escribe al delegado de Urbanismo, mostrándole su conformidad en legalizar la obra y que va a pagar la multa”. Pero no cumplió su promesa y solo un año después, “le instruyen una diligencia y le obligan al derribo el cortijo y a pagar una multa de 100 pesetas”. Isabel no se mostró de acuerdo con esta decisión y se negó pagar. En el año 1991, su amiga Encarna Sánchez fue la persona que se ocupó de solventar esta gran papeleta para “la viuda de España”.
Según Rossi, la poderosa periodista “paga a un arquitecto, paga la legalización de la ampliación del cortijo y paga la multa”. De esta manera, se acaba la pesadilla de la tonadillera. Pero, no fue el único cambio que hizo la cantante en Cantora tras la legada a su vida de Encarna Sánchez:
“a parte, hace un plan para urbanizar la finca La Garza (que inicialmente era de Carmina Ordóñez), que es la que le vende a su amiga, para que viva allí y tenga un cortijo al lado del suyo”.