A pesar de la pandemia por coronavirus que estamos viviendo, Isabel Pantoja ha querido cumplir con su tradición anual que tiene lugar, en esta ocasión, en medio de la última gran crisis familiar. La tonadillera ha querido tener un precioso detalle con su marido, el torero fallecido Francisco Rivera, “Paquirrí”.
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Pase lo que pase, Isabel Pantoja nunca falta a una tradición que tiene lugar en una fecha que la tonadillera no perdona: 1 de noviembre, Día de todos los Santos. La cantante ha querido enviar una preciosa corona de flores de color blanco a la tumba de su marido y padre de su hijo Kiko, el torero Francisco Rivera “Paquirrí”, una manera de celebrar el Día de los Difuntos. Según varios medios, la cantante se ha encargado, de manera personal, de que bajo los pies de la estatua en homenaje al mediático torero vuelva a colocarse la mencionada corona de flores blancas y no ha cambiado el mensaje que, como cada año, se puede leer en la corona: “Tu mujer y tu hijo no te olvidan”.
Una frase con mucho significado pero que, en este año tan peculiar, se ve ensombrecida por las graves diferencias entre la propia Isabel Pantoja y su hijo, Kiko Rivera, que ha terminado con un fuerte distanciamiento público, con reproches continuos en las redes sociales y en los platós de televisión, lo que hace que la relación, hoy por hoy, sea insalvable.
Con este gesto, la tonadillera deja claro que no se ha olvidado de Paquirri, a pesar de los años que han pasado desde su muerte. El dolor que le supuso que un toro le quitase de golpe al amor de su vida nunca se le olvidará y lo ha dejado claro en varias ocasiones.
Incluso, durante paso como jueza en “Idol Kids”, la tonadillera no pudo evitar las lágrimas cuando recordó el momento en el que perdió al que considera el amor de su vida:
“Eran 36 años los que tenía y yo 27… Y me quedé sin él en 17 meses y con un niño de 7 meses. Eso te revuelve todo y toda la vida, y criar a un niño sola… Con muy poco tiempo me lo dejó, pero fui la mujer más feliz del mundo”.
La cantante ha querido dejar claro que, a pesar de todo lo que ha vivido en la vida, el gran amor de su vida ha sido Paquirri y no ha sido capaz de superar su muerte. Por eso, año tras año, pase lo que pase, siempre hay una corona de flores blancas en la tumba del torero.