Se acerca noviembre y México se prepara para ser el foco del mundo pues en los últimos años su cultura se ha vuelto tendencia en muchas latitudes como consecuencia de algunas producciones artísticas que han resaltado lo valioso de sus tradiciones llenas de colores, aromas y sabor. Desafortunadamente esto no siempre fue así y parece ser que fue la propia influencia extrajera la que le devolvió esa esencia y aquí hay un par de ejemplos.
Es de señalarse que lo que hoy son calles repletas de catrinas y catrines el 31 de octubre y 1 de noviembre para pedir dulces al puro estilo del “dulce o truco” de los estadounidenses, años atrás era pequeños y adolescentes disfrazados de super héroes y personajes de películas terroríficas de esa misma nación. Afortunadamente, la balanza se ha equilibrado y esto muy probablemente se deba a la aparición de la canción Prayer en C, de Lily Wood & The Prick and Robie Schulz. Así como se oye.
La canción fue lanzada en 2014, pero lo interesante de esta pieza que de alguna manera vino a reinaugurar esta nueva fiebre por la música creada en los sintetizadores, es su video. En él, aparecen un grupo de jóvenes vagando por las caóticas calles de New York con una actitud desenfadada y libre. Lo interesante de este asunto, es que los actores del video están maquillados precisamente como la icónica Catrina mexicana, diseñada por el grabador azteca, José Guadalupe Posadas.
Ver a unos chicos en patinetas y actitud seductora por las calles de unas de las ciudades con más glamour en el mundo, sumado esto a el maquillaje en sus rostros de la famosa catrina, definitivamente significó un choque cultural que necesariamente le dio un toque cosmopolita difícil pasar por alto, que lo mismo puso a México en el radar por la riqueza de sus tradiciones e hizo al propio mexicano resignificar el valor de las mismas y desenterrarlas del abandono en el que se tenían por muchos años.
Pensar que esto pueda ser cierto, no es descabellado, pues el propio artista Posadas creó la catrina como una crítica social de aquellos que intentaban olvidar sus rasgos indígenas. El grabado original llamada Calavera garbancera, era una burla a los vendedores de garbanzo de aquellos tiempos y quienes se jactaban de tener un estilo de vida mejor que el de los demás. Estilo de vida que ellos intentaban reflejar en su vestimenta extravagante y de semejanza con las usanzas occidentales de la época. Aunque el primer grabado apareció en una publicación llamada, "Remate de calaveras", no fue sino hasta 1947, en que tomaron el nombre de catrinas gracias al pintor Diego Rivera quien las plasmo en su mural Sueño de una tarde dominical en la alameda central, y les dio el nombre de catrinas con que ahora se conoce.
Así, lo que para Posadas era algo digno de burlas para aquellos vendedores pretenciosos que juraban ya no pertenecer a la clase humilde e indígena mexicana, encaja mucho con una sociedad que rescató esa tradición y el amor por esas simpáticas y “elegantes” calaveras, sólo cuando tuvieron ese aire renovado que la fusión con el llamado primer mundo les abonó. De ese modo, hoy día los disfraces de Catrinas y catrines se han vuelto tendencia otra vez.
Por si algo faltara para terminar de poner en boga el amor del mexicano por su propia cultura y recordárselo, hace apenas un par de años Disney lanzó la película Coco que ya sin la necesidad de trastocar sus tradiciones con influencias modernas, se encargó de reflejar la intimidad de los ritos ancestrales con que en suelo tricolor, se venera y hasta cierto punto el mexicano se burla de la muerte en festividades multicolores, de aromas y sabores que año con año atrae cientos de turistas curiosos hasta las tumbas de este país.