Fue una de las empresas más importantes de la segunda mitad del siglo XIX: Duralex, el imperio de las vajillas que no se rompían, ni con el paso de una manada de elefantes, ya es historia. La empresa de la vajilla teñida de ámbar que marcó a varias generaciones ha sido declarada legalmente en quiebra por un tribunal comercial de la ciudad de Orleans.
Sin duda una gran contradicción: Duralex, la firma de vajillas indestructibles, ha quebrado. Unos productos que se vendían en medio mundo por eso: por ser inquebrantables e indestructibles. El fin de una era y un ejemplo más de los constantes cambios de mercado que estamos viviendo.
Un tribunal comercial de la ciudad de Orleans, en Francia, ha declarado en quiebra a la mencionada empresa, por sus graves problemas de caja desde que redujera drásticamente la producción. Duralex, ubicada en la localidad de La Chapelle- Saint- Mesmin, en Loiret, Francia, tomó su nombre de “Dura lex, sed lex”, máxima latina que se traduce como “la ley es dura, pero es la ley”.
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Su fundador fue la empresa Saint- Gobain, fabricante de cristal, que nunca tuvo como objetivo la fabricación de menaje. Su idea era la fabricación de lunas para coches cuando adquirió, en el año 1934, una cristalería en La Chapelle-Saint Mesmin. Para poder cumplir sus expectativas, desarrolló un vidrio templado que se modelaba a una temperatura de 700 grados. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, sus expectativas se vieron truncadas pero surgió lo que sería un antes y un después en la industria: la producción de vajillas irrompibles.
En el año 1945, el empresario francés detrás de Saint- Gobain, regstró la marca Duralex, destinada a la producción de objetos de vidrio.
Su etapa de mayor esplendor fue durante las décadas de los años 60 y 70, donde la compañía llegó a tener en nómina hasta a 1.500 empleados. En el año 1964, alcanzó el récord de producción con 130 millones de bandejas, vasos y platos. Sus primeros problemas comenzaron en los años 70, a finales, y que llevaron a que, en el año 1997, Duralex fuera vendida por Saint-Gobain al grupo italiano Bormioli Rocco & Figlio, que no logró remontarla.
Desde los años 50, tanto en España como en todo el continente europeo, la marca Duralex se hizo básica en las cocinas y mesas. Esa inconfundible vajilla en un tono ámbar, que no solo sobrevivía a todo tipo de golpes, también tenía un precio realmente asequible. Incluso, la publicidad llegaba a decir: “Utilícelo como martillo, déjelo caer, golpéelo, hágalo pasar del hielo al agua hirviendo”.
En el año 2008, los hermanos André y Antoine Ionnaides intentaron salvar a la desesperada a Duralex, tras estar a punto de quebrar por culpa de la crisis de aquel año. Pero, la conyuntura económica les acabó ayudando, ya que muchas familias recuperaron la cultura del ahorro teniendo en cuenta la situación que se estaba viviendo. La cifra de negocio llegó a los 30 millones de euros y tenían 200 empleados en nómina.
Pero, ahora, en el año 2020, llega el final de la vajilla indestructible. La famosa vajilla teñida en ámbar y/o verde que se ha convertido, hoy por hoy, en una pieza de coleccionista, en un producto vintage que había vuelto a algunos restaurantes y que aumentará su valor, seguro.