Seguramente el nombre de Sony Entreteiment, tiene mucho más pero hoy que hace cuatro años atrás, y es que a pesar de que tiene programas de calidad, fue el llamado estanque de tiburones, el que lo catapultó al ojo público, por lo menos en el cono sur del continente americano, sin embargo, y a pesar del furor que a levantado en los últimos años, lo que se vive en pantalla, ilusionando a todos en cuanto a sus aspiraciones de emprender un negocio y algún día ser un gran negociante, no es más que una farsa.
El formato que naciera el Japón pasara por Inglaterra, se consolidara en Estados Unidos y fuera adaptado al mercado Latino, en particular al mexicano, consiste en un grupo preseleccionado de emprendedores quienes asisten al programa para exponer su producto e ideas en busca de la inversión de grandes magnates del mercado mundial como, Arturo Elías Ayub, quien además de dirigir una de las empresas de telefonía más importantes en América, fue presidente del Club de Fútbol de la Universidad Nacional Autónoma de México y es al mismo tiempo, yerno del mexicano por muchos años rankeado el más rico del mundo, Carlos Slim.
No obstante, no todo lo que se ve a cámara y que emociona a millones de emprendedores a lo largo del continente, realmente lo es, y es que, por principio de cuentas, se sabe que quienes que participan del reality están sujetos a un guion mismo que obedece a respuestas que solo buscan enaltecer y posicionar la imagen de los tiburones para que de este modo sus activos no se vean disminuidos con respuestas prediseñadas como que todos en el panel son inspiración de los participantes sin importar y como distintos medios lo han señalado, que sus semblanzas disten mucho de sus personalidades reales, pero eso ya se verá más adelante.
En 2014 el diario estadounidense The New York Post, mismo en que la emisión de Shark Tank cobró relevancia mundial, publicó que solo un tercio de los acuerdos cerrados frente a cámara se concretan. En ese sentido, y retomando lo anterior, en la versión mexicana, uno de los personajes más querido es el del inversionista #CarlosBremer, siendo paradójicamente en la realidad él mismo quien menor tratos lleva a la realidad como pudiera corroborarlo el participante de una de las primeras temporadas Francisco Marchívia quien luego de muchas vueltas y de una breve entrevista con el regio, no consiguió que este aportara la cantidad de dinero estipulada y que, en propias palabras del hombre, su participación en el reality solo lo desenfocó de su camino en busca del éxito.
La investigación completa de los casos que han sido dejados a la deriva la realizó la revista mexicana Proceso y puede ser consultable en su edición número 2225 de mes de junio del 2019, y que en sus líneas se puede saber cómo quienes tuvieron la tarea de recabar los datos, tuvieron acceso a un grupo de WhatsApp de 70 “ganadores” de las ediciones pasadas en los cuales ninguno a la fecha ha recibido el apoyo presupuestado, represando esto un retroceso importante para sus negocios.
Además, se acusa a la producción de estar enfocada en ensalzar la imagen de los empresarios y posicionar únicamente sus marcas sin importar que quienes acuden al programa con el deseo de crecer, sean usados sólo como personajes televisivos. Pero no solo eso, sino que la ignorancia de ellos y la soberbia con que son presentados como maestros del negocio, deprecia el valor de sus negocios pues muchas veces ignoran de lo que hablan.
El caso más trascendente, es el de Roberto Arteaga y su empresa de lavado de ropa empresarial, Cleanbox, la cual fue depreciada al recibir comentarios negativos por parte del panel. En esa ocasión, Bremer estuvo cerca de cerrar una operación con Arteaga, pero el porcentaje de la empresa que un ofrecía a el otro, echo por debajo la operación. Lo malo fue que, al cerrar la escena, se escucha a decir a Rodrigo Herrera (Genoma Labs) decir, “De la que te salvaste”. Además de él, otros miembros del panel coinciden.
Lo raro es que hoy, Cleanbox lleva seis años de rentabilidad y operaciones luego de recibir el apoyo del ahora extinto Instituto Nacional de Emprendedores, dejando claro no solo que hay cosas, a pesar de lo que ellos, supongan, ignoran en el mundo de los negocios, sino que sus comentarios pueden ser demasiado laxos y destructivos.
De todo esto la producción de #SharkTank parece estar al tanto pues en sus últimas temporadas han incluido clips de lo que ha pasado con las empresas que han obtenido alguna promesa de apoyo, aunque esto no sea necesariamente señal de progreso sino de cuidar el negocio. Al final, el slogan, “nadando con tiburones” le viene al dedo, pero no por la habilidad de negociar con empresarios de alto rango sino por un programa en el cual están destinados, irónicamente, a fracasar.