Sin restar un ápice del mérito que estas pesquisas conllevan y que han dado en una banda de narcos, que roban la droga a otros narcos, para hacer lo que hacen los narcos: vivir del mondongo libre de impuestos, y con todo el respeto al oficio, esta información merece algunas reflexiones, que quizás no le importen a mi lector (supongo que 1 habrá), pero me importan a mí, y estaría bien, que a alguno, de los muchos que están implicados en este caso, ya sea de una o de otra parte. Verás, cómo has llegado a estos 11 detenidos, es algo que solo compete a tu trabajo y, en ese ámbito, ni tú ni yo tenemos que revelar las fuentes jamás; que le has echado muchas horas de curro: pues sí; pero que me cuentes que has atrapado al jefe de esta pandilla de delincuentes, porque ,en diciembre de 2018, le reconociste por los ojos, cuando concedió una entrevista a Antonio García Ferreras, para laSexta; se identificó y el chaval contó lo más grande; y que has tardado 17 meses en dar con Maxi, cuando el quipo de informativos de esa televisión, le localizó, entiendo que, por los medios habituales de un periodista… pues, si es así, como lo cuentas, casi mejor, no contarlo.
El segundo de los engrilletados estrella de las diligencias, es un chaval de 22 años, fugado de un centro de menores y acusado, en aquellos días de barbilampiño, de homicidio; de lo que, tal vez, haya que deducir que desde los 17 o 18, hasta el mes pasado, ha circulado por este u otros países a libre albedrío, con la intención de consolidar su currículo delictivo, aquí y allá, a la par que se ha llenado los bolsillos, con su título de matón, por mor de la marihuana, hachís, cocaína, heroína y todo tipo de píldoras anfetamínicas; que ya, ni tan siquiera se ha molestado en comprar a cualquiera de los miles de proveedores que tenemos, sino que les roba el alijo a los que, en realidad, son sus colegas de oficio y beneficio, probablemente, porque sabe hacerse pasar por uno más, de aquellos que ha decidido que sean sus víctimas; a lo mejor, porque entre sus víctimas hay uno descontento o, porque ni los unos ni los otros, conocen los códigos que les mantienen en la calle, en vez de estar enchironaos.
De todo esto se pueden sacar muchas conclusiones (si se quiere); yo saco ésta pregunta: ¿por qué permites que este país sea en mayor coladero, guardería, suministrador y consumidor de narcóticos? Esta nota informativa, conjunta, me ha recordado una (de las miles) anécdota que viví en los 90 (s XX), en Tenerife; te la resumo. Un chico del menudeo, de Cuesta de Piedra, se fugó en una revisión médica; al poco, muchos sabíamos dónde estaba; un compañero tuyo me instó a que le dijera su paradero y, ¿sabes?, solo se me ocurrió responderle a la gallega, “¿me pides que haga tu trabajo y que sea una soplona?” Mira, cualquiera que lleve en esto unas décadas, que tenga un equipo (no como yo) y unos cuantos euros (no como yo), sabe quiénes son, dónde están, qué hacen, cómo lo hacen, cuándo lo hacen y por qué lo hacen; y si tú, profesional especializado en la lucha contra el narcotráfico, estás a peras y a uvas, en algún momento te descubres, como le pasa al tal Villarejo. Sería bueno que, mañana, cuando te pongas el uniforme o te cuelgues la placa, pensaras qué significa esa ropa y esa chapa, y te explicaras las razones que te han llevado al lugar en el que estás.
Me imagino que mi director me va a cortar la cabeza (con razón), pero cuando alea jacta es, carpe diem.