Policía Nacional informa de que, hace unos días, han apresado a 4 holandeses que cruzaban la frontera, con un nuevo encargo de matar por ajuste de cuentas, a otra víctima del impago de estupefacientes; sus homólogos de Ámsterdam (Holanda) apresaron a otros 2, vinculados con una organización internacional de sicarios, a las órdenes de narcotraficantes. Esta es la enésima vez que engrilletan a pistoleros a sueldo, que vienen a liquidar a malos pagadores o rivales del negocio, provenientes de Países Bajos, Suecia y Dinamarca (también llegan de otras latitudes). Sorprende, porque cualquier ficha país sitúa a estos Estados entre los que tienen mejor calidad de vida, alta renta per cápita, paro reducido y una percepción de corrupción cero. Bueno, a estos 6 se les atribuyen 10 asesinatos; los 4 detenidos en España, pillados con una pistola semiautomática y silenciador, ya están en prisión.
Grandes productores
Encima y debajo de esa pátina de economías saneadas y vidas felices, está la realidad de cada territorio. Dinamarca (fuera del euro) anunció hace un año (más o menos) que se iba a convertir en el gran productor de marihuana, con 120 toneladas dispuestas para la exportación, en 2020-21, para seguir el camino de los canadienses, con sus macroempresas Aurora Cannabis y Canopy Growth Corporation, líderes en cosechas de cannabis, para uso terapéutico y consumo en países como Holanda, con nula o laxa legislación sobre la compra venta de las llamadas drogas blandas, aunque solo Ámsterdam y Rotterdam generan 19 de euros al año, por producir drogas sintéticas, que exportan por doquier, y cuyas bases han extendido hasta Bélgica, donde también se frotan las manos ante los millonarios beneficios. El caso de Suecia (fuera del euro), es tan oscuro como rígida su Ley sobre consumo y tráfico; sin embargo, sólo en 2014, murieron más de 300 consumidores de Spice (sintética).
Tormenta perfecta
Así las cosas, los del Norte europeo se han hecho con una sólida reputación en el narcotráfico, que ha seducido al mismo cartel mexicano de Sinaloa, con los que negocian, a la par que siembran, no de cáñamo, sino de vendedores, el sur español, donde contamos con el magnífico proveedor de hachís marroquí, y los buenos amigos del otro lado del Atlántico que se encargan de los alijos de cocaína. ¿A alguien le extraña que los sicarios proliferen como hongos?, y que, con los miles de toneladas de narcóticos que circulan por Península y archipiélagos, vengan. Estoy segura de que los colegas del Sur tienen un montón de carpetas archivadas, en la última década, de asesinatos cometidos en la costa mediterránea, sobre todo en Málaga. A mí me salen más de 30 en este último lustro, y uno de ellos es el cometido, en enero de 2019, en una urbanización marbellí, sobre un empresario marroquí, de 49 años, con varios locales de ocio nocturno, al que le descerrajaron 20 balazos, cuando llegaba a su casa, entre Puerto Banús y Guadalmina, a bordo de su coche; los investigadores dicen que es autoría de esta última banda apresada, junto con otros 9 más.
Vida de sicario
Estos hombre y mujeres, que actúan donde les reclaman, se instalan en las cercanías donde vive su víctima, se proveen de buen alojamiento y mejores viandas, estudian los movimientos de su objetivo, mezclados con turistas y residentes de su mismo país, y esperan el momento oportuno para matar; luego, regresan a sus residencias habituales, hasta que haya un nuevo encargo. Dependiendo de la gravedad de la infracción del código mafioso que la víctima haya aceptado, se le da un aviso, para que pague lo que debe por el mondongo que le han pasado, o se le achicharra directamente. Los avisos, como han dejado claro, no son cartas que recuerdan que es moroso; son, directamente bombazos sobre sus empresas, casi siempre tapaderas del menudeo. Cada vez que vienen 2, se levantan 8 euros o más, por un trabajo que les lleva una semana, parcialmente, de vacaciones. Parece, que con la proliferación de mafias, bandas y células extendidas por unos y otros, los encargos les llueven cada mes, aquí y allá, hasta que se les acaba, entre rejas, tanto bienestar. Claro que, siempre tienen sustitutos, que se abren paso en la organización, a base de mostrar a sus jefes mayor violencia en su cometido.