Querida Ana:
En estas semanas observo a Max-Marx. Con las heridas curadas, estamos en la fase de ¿por qué te pasa lo que te pasa? Por ejemplo, el temor a cruzar el umbral; salir y entrar, pasar de un lado a otro de la puerta, le causa miedo; menos, si le llevo con la correa. Otro miedo: acercarse a su comedero. Le pongo la comida y me tengo que alejar, para que él se acerque y coma y, es que, me da la sensación de que no está acostumbrado a las caricias, a los mimos y achuchones; y ya no te cuento cuando le damos golos: alucina; debe de pensar que somos humanos muy raros. Es verdad que progresamos adecuadamente (como dicen en el cole) en cuanto a confianza, pero queda un largo camino. Los primeros días, ya sabes que fueron difíciles, así es que, vamos poco a poco, como un explorador ante lo desconocido.
Ana querida, sabemos que ha deambulado por ahí semanas, pero no cómo ha sobrevivido a la vida. Lo que sí me temo es que ha pillado comida por un lado y otro, porque el chaval nos ha salido un poco robón: ni se te ocurra dejar nada a su alcance que, bien por costumbre o por curiosidad, lo pilla. Si es comida, está claro que se la quiere zampar, pero, en general, coge cosas (ropa, zapatos, calcetines…) y se las lleva a ‘su’ sofá, y no las muerde; parece que fueran sus trofeos, piezas que él gana y custodia; como si tuviera la necesidad de tener algo propio. Y ya, lo último que te comento esta semana es la forma que tiene de mirar.
Hay veces que se tumba, se queda relajado (no es que sea, especialmente, nervioso el chico) y mira a un horizonte que sólo él conoce. Trasmite tristeza, distancia; es una de esas miradas cargadas de una soledad que no puede compartir con nadie. Tal vez piense en su vida anterior, en sus cuidadores, en sus ‘amigos’; a lo mejor estaba en un criadero con otros galgos a los que añora. Es tan complicado deducir su pasado, cuando no sabemos nada, ni una pequeña pista que haga que esta senda que hemos emprendido, ponga respuestas a tantas preguntas; aunque… a veces, las respuestas llegan o las tenemos, ahí delante y no damos con ellas.
Mi querida Ana, te dejo estas letras cuando estamos muy cerquita de Navidad. Espero que pases una buena Noche Buena y una Feliz, muy feliz Navidad. Max-Marx y yo, te besamos.
Hasta el miércoles.