Querida Ana:
Ya ves cómo es la vida! Has rescatado a este chico: un galgo, que deambulaba por la calle y que, mientras estábamos a otra cosa, tú supiste ver con los ojos del alma; ojos a los no se puede enseñar y todo lo aprenden.
Y dijiste: “hay un galgo abandonado!” y, ya está! Un discurrir de buenos momentos. Pusiste empeño durante horas, hasta que le trajiste a casa con el cuerpo salpicado de heridas; heridas por las que solo sangraba el abandono y la pena. Verás, querida Ana, no hay mayor dolor que la ausencia; lo demás, es sangre, solo sangre.
Nos dimos cuenta de que le faltaba la mitad de la cola: “oh!, ¿y esto?”. Estaba débil, flaco, cansado, agotado de ir de un lado a otro en busca de refugio y comida.
Con el secreto de las ‘3Cs’: calor, comida y cariño; ya en la noche de ese sábado, 18 de noviembre, nos pareció que estaba un poco mejor. Cualquier refugio sirve, cuando sabes que puedes estar ante algo peor. Así es que, hicimos lo que hay que hacer: llamar a la Policía Local, que se portaron fenomenal y nos dieron toda la información útil, en estos casos.
Nos indicaron que habláramos con la Guardia Civil; y así lo hicimos. En menos de 15 minutos, el sargento, Gaspar entró en casa. Comprueba, y: “no, no tiene chip”; y nos cuenta que desde hace más de 3 semanas recibían avisos, de distintos pueblos, de vecinos que le veían intentando sobrevivir.
Gaspar nos dijo que le habían intentado coger varias veces, que intentaron acercarse a él con comida y golosinas de perro, pero no fue posible, hasta que agotado llegó a la verja de casa. Bueno, sabemos que, al menos, ha estado por ahí cerca de un mes.
Las alternativas eran pocas: o a la perrera, o en casa; así es que, decidiste que en casa y, a la velocidad del sonido tú ya habías organizado esta nueva vida en nuestras vidas. De noche, rompes tu hucha y te declaras oficialmente ‘madrina’, con la responsabilidad de pagar los gastos de … ¿Cómo le llamamos?
Uf! Cuestión harto complicada: Santi?, Platón? Béquer?, otra vez Santi; pero, ¿los galgos no son ‘los filósofos’, ‘los poetas’? Otra propuesta: Marx; eh?, y ahí estaba el pibe con su aportación a la causa: Karl Marx ¡Mi madre! Y si lo dejamos en Max y nos ahorramos una letra? Así recordamos a Max Estrella, el de Luces de bohemia (Valle-Inclán).
Poner nombre a un compañero, no es fácil (ya te digo!). Bueno, la cuestión ha quedado bastante resuelta, creo, por el momento. Ana, si en la hucha has escrito Max, pues Max; y si otros se empeñan en Marx, pues Max-Marx (todavía se insiste en Santi).
Mi querida Ana: En su corazón has escrito con letra limpia: “Te quiero”. Él lo ha leído y sabe que estás ahí, todos los días. El 18 de noviembre le diste otra oportunidad: un hogar con cariño, calor y comida.
Y ahora, cierra los ojos. Ya tienes su amor y su foto, y piensa que él está pensando en ti.
Hasta el miércoles!