El Congreso de los Diputados ha acogido este jueves la toma de posesión de Ángel Gabilondo como Defensor del Pueblo. El nuevo Defensor ha asegurado que “para este gran desafío” trabajará “con dignidad y ecuanimidad, con rigor, con eficacia y con independencia”. Así, ha señalado que “la defensa de los derechos humanos” será su “absoluta prioridad”.
También ha mostrado su firme compromiso para velar por los derechos de aquellos que están “en una situación penosa, son víctimas de la desigualdad, la injusticia y la violencia o se encuentran en riesgo de exclusión”.
Entre los asistentes al acto de toma de posesión estuvieron presentes, entre otros, la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, el presidente del Senado, Ander Gil, varios ministros del Gobierno, representantes de la Comisión Mixta de relaciones con el Defensor del Pueblo, diputados y defensores autonómicos.
Nacido en San Sebastián y padre de dos hijos, Ángel Gabilondo tiene una dilatada carrera profesional. Es catedrático de Metafísica de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), de la que fue rector desde 2002 hasta 2009. También ha presidido la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) entre 2007 y 2009.
Fue ministro de Educación entre abril de 2009 y diciembre de 2011 y también ha sido diputado de la Asamblea de Madrid durante dos legislaturas.
La Ley Orgánica reguladora del Defensor del Pueblo establece que el titular de la Institución será elegido por las Cortes Generales para un período de cinco años. La Comisión Mixta aprobó la propuesta el pasado 27 de octubre, que fue posteriormente refrendada por los Plenos del Congreso de los Diputados (11 de noviembre) y del Senado (16 de noviembre).
Esta es parte del discurso del nuevo Defensor del Pueblo:
"Las épocas acostumbran a ser complejas y la nuestra no defrauda al respecto. Hay quienes sienten que requieren consideración, que se ven afectados por lo que ocurre y les ocurre. Afectados no solo en sus intereses o en sus preferencias sino afectados en sus derechos y en su libertad. Y de eso se trata. La Constitución española subraya que las Cortes generales nos designan para la defensa de los derechos y libertades. Y hemos de responder a quienes se consideren agraviados, que acuden al Defensor con sus quejas y demandas, no con pleitos y litigios. Toda persona natural o jurídica que invoque un interés legitimo, sin restricción alguna.
Para este gran desafío, y aquí lo digo ante quienes tomo posesión sin apropiación, trabajare´ con dignidad y ecuanimidad, con rigor, con eficacia y con independencia y, como la ley señala, sin estar sujeto a mandato imperativo alguno, en defensa de los derechos reconocidos en el titulo primero de la Constitución. Es un honor hacerlo en un órgano de esta relevancia constitucional.
Y para lograrlo, nos corresponderá la supervisión de la actividad de la administración, ayudando de forma activa a resolver problemas que la complejidad del funcionamiento del Estado parecería no siempre alcanzar, a esclarecer sus actos y resoluciones en relación con los de cada quien.
No pocas veces las demandas y quejas responden a situaciones de cierto desamparo y eso ha de mover a solicitar modificaciones legislativas o normativas, por respeto a la libertad y a los derechos tanto individuales como colectivos.
A ello hemos de añadir la legitimación del Defensor ante el Tribunal Constitucional para interponer recursos, o su importante tarea para ejercer las funciones como Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura, o su consideración como institución Nacional de Derechos humanos. La labor es extraordinaria e ingente. Para obrar con ponderación y coherencia esta tarea ha de ser conjunta.
La creación de comisionados parlamentarios de ámbito autonómico con institución de Defensor del Pueblo en su ámbito territorial, como defensores del pueblo autonómicos, y a quienes agradezco su presencia en este acto, subraya la necesidad de que, desde el respeto y la voluntad de colaborar y de trabajar conjuntamente, cada cual según sus competencias y responsabilidades, lo hagamos por atender a quienes reclaman nuestra intervención.
Así´, los pasos no se darán simplemente en este salón, ni serán solo los de un pensamiento peripatético. V amos de camino, no como “Las ensoñaciones de un pensamiento solitario”, según Rousseau señala, y menos aún como Kant critica, según “Los sueños de un visionario”. Tomo posesión con realismo y con humildad.
Quiero agradecer a quienes han venido trabajando y trabajan en esta institución del Defensor del Pueblo, por su gran capacitación y entrega y deseo mostrar mi confianza en su labor. Nos necesitamos.
Propondré´ ante la Comisión Mixta Congreso-Senado para su consideración a doña Teresa Jiménez Becerril, y a doña Patricia Bárcena García, como adjunta primera y adjunta segunda al Defensor del Pueblo, respectivamente. Y agradezco su disposición a desempeñar estas tareas tan relevantes.
Se trata de que de manera independiente hagamos de esa defensa de los derechos humanos la absoluta prioridad. Al derecho de queja ante el Defensor del Pueblo se añade el derecho de acceso a la justicia a través de los tribunales. Trabajaremos en colaboración con la administración, con el Gobierno, con las comunidades autónomas y con los municipios. Trabajaremos ante ellos para hacer valer esos derechos, conscientes de que un sistema transparente que rinde cuentas al pueblo ha de asumir la critica que, en su caso, ha de realizarse. Y confío en que, desde la colaboración, así se entienda también nuestra labor.
Considero que así, como institución, prosigamos desempeñando un papel importante en el fortalecimiento de la democracia, el estado de derecho, la buena administración y la protección y promoción de los derechos humanos y las libertades fundamentales, según señala la Comisión Europea en los principios de Venecia. Esto da al Defensor del Pueblo una dimensión internacional que hemos de cuidar, dado que esa defensa de los derechos, tantas veces agredidos, es una tarea hoy extraordinariamente decisiva.
En esta casa de la palabra, desde la responsabilidad y con emoción he realizado mi promesa. Seré´ Defensor del Pueblo en atención a lo que acabo de señalar y esta emoción no es solo un estado de ánimo, es un compromiso. En concreto, de modo singular con quienes por una u otra razón se encuentran en situación penosa, son victimas de la desigualdad, como significativamente sigue habiéndola entre hombres y mujeres, o en riesgo de exclusión, y con tantas victimas de la injusticia y de la violencia. Agradezco esta designación con la firme determinación de trabajar por la convivencia en nuestra sociedad y porque las condiciones de vida de los ciudadanos y de las ciudadanas sean mejores y encuentren cauces de oportunidad y posibilidades.
De todo ello daré´ cuenta ante ustedes, ante estas Cortes Generales. Tomar posesión ante los representantes del Pueblo como Defensor del Pueblo es una emocionante y extraordinaria responsabilidad. Por ello, este Salón de Pasos Perdidos ha de ser solo un lugar de paso, y no de residencia".