La legislatura se antoja larga y, como el gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, también lo será el camino que el PP tenga que recorrer si quiere convertirse en verdadera alternativa al ejecutivo de centro-izquierda. Los malos resultados electorales del 14 de febrero en Cataluña, sumados al juicio de "Los papeles de Bárcenas" sobre la caja B del partido conservador y la marcha de los populares de Génova 13 son el resultado de una gestión que, durante muchos años, ha sido más que cuestionable y por la que la dirección nacional de los populares, con Pablo Casado a la cabeza, debe responder sin tener una relación directa con los mismos. Sin embargo, es la herencia recibida, herencia que, si bien no participaron de ella cuando se realizó, sí que deben tratar de superar.
Las direcciones autonómicas y provinciales del PP no tienen la misma postura respecto al rumbo del partido. Algunas apoyan a la dirección nacional mientras que o tras piden un nuevo rumbo, claro y definido, que erija a las siglas conservadoras como las líderes del espectro de centro-derecha para recuperar espacio comido por Vox en consecutivas convocatorias electorales.
Sin embargo, desde la dirección hacen oídos sordos y Casado relativiza las críticas hacia su gestión. Un capitán que no dirige el barco es alguien ineficiente y pesado para el resto de la tripulación y, por ello, desde mandos intermedios piden que el líder popular modifique su postura. La planta séptima de Génova no opina lo mismo. Reconocen que el PP no está viviendo sus mejores momentos y son conscientes de los focos activos entre sus bases por la deriva del partido y la pérdida de identidad con un electorado histórico que ahora mira otras alternativas a la hora de depositar su voto. Además, miran con preocupación como sus fieles, aquellos que apoyan al PP en los comicios, independientemente de su actuación, es una población envejecida, mayor de 65 años en un importante porcentaje, que no añaden tranquilidad sobre el futuro político de los populares.
Los barones del partido lamentan que Casado no les llame para consultarles decisiones importantes. Solo lo hace para consultarles cuestiones menores, pero no para hacerles partícipes de las grandes actuaciones del PP a nivel nacional. Por su parte, los aznaristas están muy preocupados por la falta de rumbo de Casado. "Todavía se puede enderezar, pero es importante que el cambio comience ya porque puede ser demasiado tarde", aseguran.
Por ello, todos los partidos miran a Andalucía. Si no hay cambios de última hora, las próximas elecciones no se celebrarán hasta diciembre de 2022, cuando venza la legislatura de Juan Manuel Moreno Bonilla. Mientras que el PSOE maniobra para apartar a Susana Díaz de la secretaría general de los socialistas andaluces para repetir el "efecto Illa" y conseguir, de nuevo, la presidencia de la Junta, Vox calcula qué candidato puede ser mejor para mejorar aún más los resultados en el Parlamento de Andalucía. El PP, sin embargo, descoce todavía qué hará de cara a esas elecciones. Es cierto que queda mucho tiempo, más de año y medio, para la convocatoria electoral, pero se deben ir poniendo los pilares de la propuesta de cada uno de los partidos. Casado debería esmerarse si no quiere ver su liderazgo aún más cuestionado. De ello depende su propio futuro.