Dejando a un lado las entidades financieras, el pulso independentista del Govern también pone en peligro la presencia de la sede social del mayor icono y motor de la industria catalana, SEAT. La compañía dispone de un «plan de contingencia» elaborado para un escenario de continuidad del órdago secesionista en el que contempla el traslado de dicho domicilio social, actualmente radicado en Martorell (Barcelona), a Madrid.
Este plan se activaría tras la una resolución del consejo de administración, encabezado por su presidente, Luca de Meo. Para ello, sería necesaria la celebración de una reunión «extraordinaria» de la cúpula ejecutiva de la compañía, en el caso de que se agravara, aún más, la crisis soberanista.
Preguntado por esta cuestión, un portavoz oficial indica que SEAT no «confirma ni desmiente» esta información y recuerda las recientes palabras de De Meo en el salón de automóvil de Fráncfort (Alemania), que se llevó a cabo el pasado mes de septiembre, en las que aseguró que la firma se «adaptaría a las condiciones» del mercado ante el caso de una eventual declaración de independencia de Cataluña.
Además de su sede social, SEAT dispone en Martorell de la mayor factoría automovilística por producción en España, con cerca de 450 vehículos ensamblados durante el último año. En esta planta, se fabrican todos los modelos de la gama SEAT, a excepción del Alhambra, el Ateca, el Toledo y el Mii, así como el todocamino Q3 de Audi, que será reemplazado a partir del año que viene por el Audi A1.
La planta de SEAT y la de Nissan en la zona franca de Barcelona son responsables de la fabricación de prácticamente un 20% de la producción de toda España (555 vehículos del total de 2,8 millones). Ambos configuran uno de los sectores con mayor presencia en la industria catalana, al dar empleo a 90 personas en esta comunidad autónoma y aglutinar un 7% del Producto Interior Bruto catalán.
Las factorías españolas de SEAT y Nissan padecieron el pasado lunes el «paro de país» convocado para el martes por sindicatos minoritarios y entidades soberanistas. Aunque sus comités de empresa no se sumaron a los paros, la ausencia de determinados componentes dio lugar, en el caso de SEAT, a que se redujera un 10% la producción.