Llegó el 1 de octubre. Cataluña amanecía desde muy temprano con un ambiente caldeado. Mientras que en algunos colegios se llevaba a cabo la votación para el referéndum independentista de carácter ilegal, en otros puntos de Cataluña se producían disturbios y cargas policiales con la intención de entrar en colegios para retirar urnas y también impedir que los ciudadanos votasen.
Una de las imágenes del 1 de octubre ha sido el ver a Puigdemont, presidente de la Generalitat de Cataluña votando, eso sí, en un colegio electoral diferente al suyo por estar clausurado este. A su salida y tras efectuar la correspondiente votación, Puigdemont hablaba sobre las actuaciones policiales instadas por el Gobierno central: “La imagen exterior del Estado español ha continuado empeorando y hoy ha llegado a unas cuotas de vergüenza que le acompañará para siempre”. Según datos ofrecidos por la Generalitat, un total de 337 personas ha resultado “herido o contusionado”. El ministerio del Interior ha anunciado que un total de 9 agentes de Policía y 2 de la Guardia Civil “cuando cumplían las órdenes de la juez”.
Puigdemont ha calificado la actuación policial como de vergüenza por el uso de porras y balas de goma: “Ante las porras, las balas de goma, la violencia injustificada que ha ordenado el Gobierno español a los cuerpos policiales contra gente que defendía urnas, papeletas, colegios electorales, describe perfectamente una vergüenza”. El president de la Generalitat ha concluido su comparecencia a las puertas del colegio electoral con un mensaje en tono de triunfalismo: “El Estado Español ha perdido aún mucho más de lo que ya había perdido hasta ahora, y los ciudadanos de Cataluña hemos ganado mucho más de lo que ya se había conquistado”. Está claro que el independentismo catalán no muere este 1 de octubre sino que seguirá vigente durante mucho tiempo. La actuación policial será muy discutida según desde el punto de vista del que se mire.