Los resultados del PIB del tercer trimestre evidencian una significativa recuperación de la actividad frente al segundo trimestre, gracias a la gradual vuelta a la normalidad y al levantamiento de las medidas de confinamiento.
El aumento del PIB (16,7% intertrimestral) viene a compensar parte de la caída registrada en el segundo trimestre (-17,8%) y es compatible con las previsiones del conjunto del año de CEOE del -11,5%, ya que en el cuarto trimestre hay señales claras de menor dinamismo de la actividad y previsiblemente se revise a la baja el crecimiento para este periodo.
En términos interanuales la caída del PIB se sitúa en el -8,7%, frente al -21,5% del segundo trimestre. Tanto la demanda interna como la demanda externa mejoran significativamente, aunque su aportación sigue siendo negativa. En concreto, la contribución de la demanda interna es de -7,8 puntos porcentuales, 11,0 puntos superior a la del segundo trimestre, mientras que la demanda externa presenta una aportación de −0,9 puntos, 1,8 puntos superior a la del trimestre pasado.
Desde el punto de vista de la demanda interna, destaca el aumento del consumo de los hogares (20,7% intertrimestral) y la notable mejoría de la inversión empresarial, con un avance del 37,4% intertrimestral, situándose de nuevo en niveles precrisis. No obstante, se observa un estancamiento de la senda de mejora de las expectativas de empresas y consumidores en los últimos meses, por lo que resulta fundamental reducir la incertidumbre, favoreciendo el clima empresarial y la capacidad de adaptación de empresas al nuevo contexto, para lograr consolidar la recuperación.
Por el lado del sector exterior, sobresale el significativo aumento de las exportaciones, fundamentalmente en su componente de bienes, ya que el componente de servicios continuó viéndose muy afectado por el desplome de la entrada de turistas y se sitúa en niveles casi un 75% inferiores a los del año anterior. El sector exterior puede ser una palanca para la recuperación, como lo ha sido en crisis anteriores, por lo que se deben llevar a cabo aquellas medidas que favorezcan la internacionalización de la economía española y la competitividad.
Todos los sectores han incrementado su actividad de forma intensa con respecto al trimestre anterior, aunque tan solo agricultura, actividades financieras y de seguros y Administración Pública, educación y sanidad, que habían sufrido menos en el segundo trimestre, consiguen registrar tasas positivas interanuales.
El incremento de las horas trabajadas (24,7% intertrimestral) refleja de manera más clara que otras estadísticas el efecto sobre el empleo de esta crisis, al margen de la situación contractual y/o administrativa de los trabajadores. En términos interanuales todavía se sitúan en un -6,2%, lo que resulta coherente con la caída del PIB del -8,7%, pero supone que la productividad por hora efectivamente trabajada registre una caída interanual del −2,7%.
Los costes laborales unitarios y la remuneración por asalariado siguen mostrando avances (4,6% y 1,0%, respectivamente). De esto se deduce que se puede estar produciendo una desvinculación de los costes laborales en relación a la situación real del mercado laboral.
Continúa la contracción del excedente bruto de explotación (-7,0% interanual), tras descender un -22,4% en el trimestre anterior, lo que refleja la dramática situación de las empresas y las dificultades que persisten. En este sentido, es necesario mantener e intensificar las medidas de apoyo al tejido productivo para no poner en riesgo su supervivencia, ya que resulta vital para consolidar la recuperación y preservar el empleo.