La crisis provocada por la pandemia del coronavirus ha provocado que los pacientes del área de salud mental haya quedado eclipsados. Las asociaciones han denunciado que no se les está ingresando en los centros hospitalarios, lo que está provocando que aumente el número de suicidios. Además, Sanidad no está ofreciendo ninguna solución cuando se está hablando de personas que se quitan la vida. En la mayoría de los casos se busca contener al paciente con ayuda de medicación en vez de ingresarlo, algo que es completamente “insuficiente” en la mayoría de los casos.
Hay que recordar que durante el mes de mayo varias asociaciones alertaron que la mente se iba a convertir en la otra gran víctima de la pandemia: un 46% de los ciudadanos españoles estaba en riesgo de sufrir un episodio peligroso en su salud mental. Por otro lado, un estudio a nivel internacional alertó que un 60% de los españoles se sentía desesperado, deprimido o triste.
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La crisis provocada por el coronavirus ha provocado un colapso en los centros hospitalarios de todo el país que se han visto obligados a gestionar teniendo en cuenta la prioridad sobre el resto de las patologías. Cuando se habla de salud mental, por desgracia, negar un ingreso puede conllevar unas consecuencias fatales para el paciente como pueden ser un intento de suicidio o, en el peor de los casos, consumarlo.
La Asociación de Ayuda e Investigación del Trastorno Límite de la Personalidad de Madrid se ha elaborado un informe sobre la crisis que se está viviendo en la atención en un área tan importante como la salud mental por culpa de la pandemia por el coronavirus. Al no tener medios suficientes y la negativa a la hora de ingresar pacientes por parte de los responsables sanitarios tiene una importante consecuencia: un agravamiento de manera sistemática de varias patologías que ha provocado un retroceso importante en las terapias y un aumento en el número de autolesiones, intentos de suicidios y episodios de angustia.
Tanto el confinamiento, la posterior desescalada y la conocida como “la nueva normalidad” son situaciones que han generado que la situación de las personas con problemas de salud mental se complique. Si se une al habitual seguimiento de la medicación de la manera deficiente y a la reducción de los tratamientos de tipo psicoterapia de manera drástica, además de la disminución de los niveles de grupo. Una ecuación perfecta para que el estado de este tipo de pacientes empeore como está sucediendo.
Los enfermos de trastornos mentales se están encontrando con muchas dificultades para volver a esta normalidad que está siendo muy extraña. La cifra de intentos de suicidios ha aumentado de manera alarmante y muchos llegan a consumarse con lo que ello implica. Este tipo de pacientes han pasado a ser enfermos de poca prioridad, solo lo tienen los que padecen coronavirus por lo que no son ingresados, se les contiene gracias a la medicación y en la mayoría de casos esto es insuficiente.
Pero esto no solo afecta a la vida de las personas con estos trastornos, también a sus propios familiares y la situación se hace más dura por el confinamiento, ya que las condicione son mucho más lesivas en estas personas que sufren una serie de patologías. Y sus familiares se ven arrastrados por la situación: se encuentran con una gran responsabilidad a lo largo de las 24 horas y deben evitar que esa persona se suicide. Los familiares se encuentran que no tienen recursos para poder hacer frente a la situación y solo logran un desbordamiento emocional y esto solo sobrecarga de los convivientes.
En la mayoría de los casos, los familiares que se ven obligados a hacer parte de esta responsabilidad son muy mayores y personas que forman parte de un grupo de riesgo en exclusión social o colectivos vulnerables, lo que hace que los recursos sean muy limitados a la hora de hacer frente a esta situación.
Al no llevar a cabo el ingreso de los pacientes que llegan a los centros hospitalarios, a las unidades de salud mental, cuando son personas con ideas suicidas y buscan ayuda. Pero no son internados, por lo que su objetivo puede acabar teniendo lugar. Por eso, las asociaciones piden que las unidades de salud mental vuelvan a estar operativas y que se tenga en cuenta que la gente se está matando.