En el número 26 de la céntrica calle Quijote, de Elda (Alicante), sobre las 21:00h del 30 de agosto, una vecina del inmueble escuchó voces y salió al rellano de la escalera para ver qué pasaba. La puerta del piso de una pareja vecina estaba entreabierta, por lo que entró y, al parecer, se encontró a una mujer maniatada, con una bolsa de plástico que le cubría la cabeza y, en una habitación contigua, a un niño de 8 años, que no mostraba signos de vida.
Avisa una vecina
La llamada a Emergencias, realizada por la vecina, llevó a los servicios sanitarios y a la Policía Local de Elda hasta la casa. La persona que descubrió la escena ayudó a la mujer agredida a liberarse de sus ligaduras. Los sanitarios, a pesar de emplearse a fondo, durante 45 minutos, en la reanimación del menor, solo pudieron certificar su muerte.
Momentos después, agentes de la Policía Judicial de Elda-Petrer, llegaron a la escena del suceso y se coordinaron con sus homólogos. La mujer agredida fue trasladada al Hospital General Universitario de Elda, donde fue reconocida y asistida durante unas horas, de heridas leves, a la vez que confirmaron que, en principio, el estado del bebé que espera es bueno, sin que se hayan detectado daños en el feto.
La pareja, en el hospital
Al mismo hospital fue llevado el padre de acogida del menor fallecido y pareja sentimental de la víctima superviviente, para asistirle de un episodio de ansiedad, que le sobrevino tras ser informado por los policías de los hechos.
Mientras que la pareja recibía asistencia médica, el cuerpo del menor fue llevado al Anatómico Forense, donde se le ha realizado la autopsia. A última hora de la tarde de ayer la investigación avanzaba en varias direcciones. Por un lado, se han conocido los primeros datos del informe forense; por otro, la pareja fue dada de alta y la testigo presencial hizo una primera reconstrucción de los hechos.
Epilepsia, asfixia
Cuando la autoridad judicial decreta el secreto de las actuaciones, toda la información que se filtra hay que leerla con mucha precaución. En este caso, parece ser, que la autopsia apunta a que el menor pudo haber fallecido durante un episodio de epilepsia, que pudo padecer en el desarrollo de los hechos violentos.
Los forenses realizan un exhaustivo trabajo, para llegar a determinar las causas de la muerte, ya que el cuerpo no presentaba signos de agresión, más allá de unas pequeñas marcas en la zona bucal, que habrá que determinar si corresponden a una maniobra de asfixia o a lesiones producidas durante las convulsiones.
La noche del 30
El relato de los hechos, que se reconstruye entre la vecina que dio el aviso, la víctima viva, la pareja y padre del niño, y el entorno laboral y social de la familia, abre varias hipótesis y descarta, en principio, otras, como el robo.
Según parece, en la noche de ayer, la mujer agredida, una joven de 30 años, embarazada de cuatro meses y que en ese momento cuidaba del niño que perdió la vida; contó a los investigadores que dos hombres, vestidos de negro, con cascos de moto para cubrir su identidad, accedieron a su vivienda, cuando el menor y ella se disponían a abandonarla.
Una vez dentro, y con gran violencia e intimidación, a ella la golpearon repetidas ocasiones, la maniataron sentada en el salón, y al niño lo llevaron a una habitación contigua. Dada la sordera total que padece la víctima, apunta a que le hicieron varias preguntas que ella no escuchó.
Tras la agresión, los dos individuos abandonan el piso sin robar nada; y ahí quedan ellos, el chaval de 8 años, muerto en el suelo de la habitación y ella con la cabeza cubierta por una bolsa de plástico, en la silla, hasta que fue rescatada.
Hipótesis
Los rumores apuntan a que la pareja había recibido amenazas, sin que se sepan las razones de las mismas, por lo que los investigadores ahondan en un posible ajuste de cuentas, represaría, castigo o similar, e indagan en el entorno familiar.
Este tipo de prácticas suele incidir en hacer daño al entono de aquellos a los que chantajean o amedrentan, aunque, por las primeras características de este caso, pueden señalar la dirección de ‘un aviso’, porque si se confirma este extremo, los autores no parece que tuvieran intención de matar (por su puesto a la espera de confirmar datos de la autopsia del niño); y, si en un principio se especuló con la posibilidad de que ambos agredidos lo hubieran sido, también, sexualmente, ayer se descartó en el caso del menor.
Los familiares de la mujer desmentían categóricamente ese extremo, ayer 31. Sin embargo, durante la reconstrucción de los hechos, la víctima, parece, señaló que en el transcurso de la agresión se desmayó. No obstante, el reconocimiento médico al que fue sometida, determina si hubo o no agresión sexual.
Rastreo
Los agentes buscan cámaras cercanas a ese domicilio de calle Quijote, para dar con imágenes de la entrada al portal de los dos presuntos autores del suceso. Igualmente, analizan las pruebas recogidas en la vivienda y alrededores, e interroga a la pareja y su entorno.
Todo bajo secreto de sumario, el trabajo avanza tras la primera reconstrucción de los hechos, realizada bajo la presión y el trauma emocional que sufre la víctima.