Cuando los Mossos d’Esquadra relacionaron la explosión en Alcanar con el atentado de Barcelona, ya hacía pensar que el ataque tenía bastante planificación por detrás. Lo que no se sabía es que, en realidad, los planes de los yihadistas eran mucho más sanguinarios.
Según ha publicado ‘El Español’, el principal objetivo de los yihadistas era detonar tres furgonetas cargadas de explosivos en diferentes puntos de la Ciudad Condal. Entre los sitios elegidos por los islamistas, se encontraba la Sagrada Familia, La Rambla y el tercero sería alguna zona portuaria concurrida.
En el caso de la Sagrada Familia es, además de un símbolo del cristianismo, una de las zonas con más visitantes de todo Barcelona. En el año 2016 pasaron por el templo más de 4 millones y medio de personas. Mientras que, en La Rambla pasan cada día 300 personas.
Los Mossos han confirmado que las bombas estaban almacenadas junto con numerosas bombonas de butano en Alcanar. Sin embargo, el miércoles 16 de agosto la manipulación de estos explosivos provocó una detonación accidental en la que murieron al menos dos yihadistas.
La explosión en Alcanar dejó a los islamistas sin el material que necesitaban para llevar a cabo el plan A que hubiera sido todavía más duro y sanguinario para Barcelona. Los terroristas sabían que después de esta explosión comenzarían las investigaciones policiales y acabarían detenidos. Por ello decidieron utilizar las furgonetas que ya tenían alquiladas para llevar a cabo el atentado que ocurrió el pasado 17 de agosto en La Rambla y esa misma noche en Cambrils.
Los planes de los terroristas no solo eran hacer detonar las furgonetas. Sino que, en primer lugar, atropellar al mayor número de personas posibles y después hacer saltar por los aires el vehículo. Lo que hubiera significado el atentado más grave que habría vivido toda Europa en los últimos años.