Idoia López Riaño, “La Tigresa”, responsable de algunos de los atentados más sanguinarios de ETA como el de la plaza de la República Dominicana en Madrid en 1986 que acabó con la vida de 12 guardias civiles, sale hoy, martes 13 de junio, definitivamente de la cárcel, después de 23 años en ella.
Esta fue condenada a más de 2 años de cárcel por 23 asesinatos pero solo ha cumplido un año por cada asesinato que cometió ya que esta mañana ha abandonado el centro penitenciario alavés de Zaballa, en Nanclares de Oca, donde llevaba prácticamente un año.
Su primer alias en la banda fue “Margarita” y fue señalada por ser responsable, entre otros, del atentado que tuvo lugar el 14 de julio de 1986 en la plaza de la Republicana Dominicana de Madrid, en el que fueron asesinados 12 guardias civiles, y del atentado frustrado contra el entonces presidente del Tribunal Supremo (TS) Antonio Hernández Gil, su escolta y su chófer.
“La Tigresa” fue una de las etarras arrepentidas que se acogió a la vía Nanclares tras su renuncia a la violencia y su desvinculación plena de ETA, de la que decidió apartarse en 2010.
En parte por esas muestras de arrepentimiento que hizo expresas mediante diversos escritos enviados a la Audiencia Nacional desde 2015, se le concedieron hasta ocho permisos penitenciarios que la etarra siempre declinó disfrutar.
Una decisión que tomó el juez central de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis Castro, pero que, sin embargo, contó con la oposición de la Junta de Tratamiento de la cárcel.
Según lo que confesó López Riaño en esos escritos, “cada vez” que respiraba, la etarra sentía que “fue un inmenso error entrar en ETA”.
“Asumo total y absolutamente mi actividad delictiva en el seno de ETA, así como mi responsabilidad por la actividad de dicha organización al haber pertenecido a ella”, decía en uno de ellos.
“La Tigresa” ingresó en el comando Oker con tan solo 18 años secundando primero acciones de boicot y sabotaje de intereses franceses en España y cometiendo después varios asesinatos.
Tras su paso por el comando Madrid, del que fue expulsada en 1986, se refugió en Argelia durante cinco años hasta que se sumó a otro comando, Ekaitz, responsable de una oleada de atentados en Barcelona, Valencia, Alicante o Murcia.
Con el golpe a la cúpula de ETA en 1992, de nuevo “La Tigresa” se vio señalada dentro de sus filas por chivarse al entonces número uno de la banda, Francisco Múgica Garmendia, Pakito, de las críticas de los miembros del comando, lo que provocó un grave enfrentamiento entre el jefe de ETA y el responsable de Ekaitz, José Luis Urrusolo Sistiaga, Joseba.
En 1994 era detenida en el sudeste de Francia, doce años después de ingresar en la banda, y en 2001 extraditada a España, donde comenzó a cumplir la condena a la que hoy pondrá fin.