«No vamos a movernos hasta que nos den soluciones o una fecha concreta para reunirnos con los altos cargos del Ministerio. Pero tendrán que venir a Murcia antes del miércoles, porque nosotros ya hemos ido muchas veces a Madrid y se han reído muchas veces de nosotros».
La Delegación del Gobierno tiene todo un órdago encima de la mesa debido a esta manifestación que está provocando un «agobio» importante en su titular, Antonio Sánchez-Solís. Un hecho lógico ya que miles de agricultores se han plantado delante de la sede provisional de la Delegación mezclando música de Semana Santa con ‘reggaeton’ y el tronar de decenas de tractores a ambos lados de Alfonso X.
La Policía Local de Murcia confirmaba esta mañana que “la situación sigue igual”, con el agravante de que hoy, además, se dificultan el tráfico más si cabe los mercados de la Fama y Santa María de Gracia.
El propio delegado del Gobierno ya sabía bien temprano que la manifestación «por la protección del Mar Menor y en defensa de la agricultura» no iba a terminar a las 14.30 horas, como especificaba al menos en el permiso original. «Nos quedamos a dormir y los tractores no los mueve nadie», retaba Carrión.
La cosa se había convertido ya en una auténtica invasión de la capital que se confirmó y se agravó cuando los representantes de los once asociaciones y organizaciones convocantes salieron de la reunión con Sánchez-Solís con peor cara de la que entraron. «Si no viene la ministra, la secretaria de Estado o la directora general del Agua y nos ofrecen una solución integral para la comarca del Campo de Cartagena, no nos movemos de aquí», zanjó el presidente de Fecoam .
Nada les moverá hasta conseguir su objetivo, ni la mediación del diputado popular Juan Guillamón logró desbloquear la situación tras reunirse de forma ‘exprés’ con el delegado: «Las soluciones tienen que llegar desde Madrid», dijo Guillamón.
«Mis verdugos son las multinacionales distribuidoras de los mercados agrarios junto con los funcionarios corruptos y los políticos itinerantes», rezaba la pancarta de un hombre disfrazado de muerte: «Soy el Mar Menor y me han matado», explicaba debajo de su máscara. «Necesito agua, quiero vivir», se podía leer en otra pancarta más tradicional que portaban algunos regantes del Campo de Cartagena.
En principio, y para mover los tractores, los manifestantes solo pedían «una fecha» para que algún alto cargo del Ministerio se desplazara hasta Murcia y atendiera las peticiones de los agricultores. Sin embargo, las reivindicaciones van mucho más allá de una simple fecha y ni siquiera el decreto ley de medidas urgentes para proteger el Mar Menor presentado ayer por la consejera de Agua, Agricultura y Medio Ambiente, Adela Martínez-Cachá, logró calmar los ánimos. Ni, por supuesto, sacar los tractores y descongestionar el centro.
En el documento firmado por las once organizaciones convocantes -Asaja, Coag, UPA, Fecoam, ANSE, Ecologistas en Acción, Plataforma Pacto por el Mar Menor, Comunidad de Regantes del Campo de Cartagena, Comunidad de Regantes Arco Sur, Federación de Asociaciones de Vecinos de Cartagena y su Comarca (Favcac), la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar, Proexport (y todas sus empresas asociadas)-, y que trasladaron al delegado del Gobierno, exigen «la urgente puesta en marcha de las infraestructuras necesarias para evitar vertidos al Mar Menor». Entre ellas, «la adecuación y recuperación de las conducciones de las salmueras procedentes del rechazo de las desaladoras» y los denominados filtros verdes.
Santiago Martínez advirtió de que la falta de agua provocará la pérdida de 20 puestos de trabajo en los próximos meses, al tiempo que pidió que la CHS «arregle lo que ha roto», en referencia al cierre de tuberías y pozos que se produjo hace un año.
Al cierre de esta edición, y tras la segunda reunión del día entre delegado y manifestantes, el Ministerio seguía sin ofrecer ya no una solución «integral» al regadío y al estado de la laguna salada, como piden los agricultores, sino una simple fecha para la reunión. A la misma hora a la que la Delegación del Gobierno confirmaba que no tenía previsto ningún desalojo, que es lo mismo que decir que estaba atada de pies y manos, los agricultores empezaban a repartir alcachofas, a cocinar unas migas en pleno ‘Tontódromo’ al calor de los tractores y a prepararse para dormir «al raso, que hace bueno».