El acoso escolar o bullying es una de las formas de maltrato que más se ha minusvalorado a lo largo de los años. Frases como "son cosas de niños" perduran en la mente de muchas víctimas, que en la mayoría de los casos no se atrevían, por vergüenza o miedo, a contar lo que estaban sufriendo.
Ahora, con una sociedad cada vez más concienciada sobre la importancia de hacer frente a esta realidad tan grave, se están empezando a tomar medidas para prevenir el bullying y para encararlo cuando ocurre. El problema es que, por desgracia, las consecuencias de este maltrato no terminan cuando acaba el acoso, ya sea por un cambio de centro o por el paso de los años. Y es que hay estudios que demuestran que los daños causados por el bullying perduran hasta la vida adulta, influyendo en la personalidad de aquellos que lo sufrieron.
Un ejemplo de ello es un estudio hecho por la Universidad Estatal Sam Houston, en Estados Unidos, que desvela que aquellas personas que fueron víctimas de bullying durante su infancia y/o adolescencia presentan más probabilidad de sufrir problemas emocionales o mentales, además tienen más dificultades para establecer relaciones sociales y personales sanas y son más propensos a caer en la anorexia o el alcoholismo o sufrir episodios posteriores de violencia.
Los estudios han mostrado, además, que muchas veces las víctimas terminan acudiendo a la consulta de un psicólogo, ya en su etapa adulta, por problemas de fobia social, inseguridades y relaciones personales tóxicas de las que no se ven capaces de salir por miedo a la soledad.
Este nivel de daño, que algunos expertos equiparan al que sufren las víctimas de abusos sexuales, se entiende por el hecho de que el bullying suele ser un maltrato continuado que se da, además, en la etapa de la vida en la que se sientan las bases de la personalidad, por lo que afecta a víctimas extremadamente vulnerables e influenciables. Esto provoca que los "efectos secundarios" del bullying se prolonguen durante años e, incluso, décadas, dependiendo de cada caso, ya que influyen muchos factores, como son la propia víctima, el momento y la duración del acoso, el tipo de bullying que se realizó y el tratamiento que se dió a la víctima durante y después de sufrir el maltrato.
Por todo ello, cada vez hay más voces que piden luchar contra el bullying pero también contra sus consecuencias y concienciar a la sociedad de que quien sufrió vejaciones en su etapa escolar es una víctima de maltrato y debe ser tratado y ayudado en consecuencia.