El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha preferido no opinar sobre el desafío soberanista de Cataluña en su visita al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. En la rueda de prensa posterior al encuentro con el dirigente del país, Sánchez ha preferido pasar por encima la última polémica que rodea a su equipo, tras las declaraciones de la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera, al afirmar que apostaba por la libertad de los políticos independentistas presos por el desafío soberanista.
Además, frente a las continuas declaraciones de ministros sobre lo que podría pasar si el proceso judicial contra los independentistas se alargará, Sánchez ha resuelto que “no se pronuncia ante hipótesis”. Además, no ha querido intervenir en las decisiones judiciales advirtiendo de que “el Gobierno se encarga de la política”.
El presidente del Gobierno ha vuelto a un lugar donde un jefe de Ejecutivo no lo hacía desde 2092: Quebec. Este es un lugar icónico y con muchas similitudes con España y Cataluña pues, en 1995, tuvieron un referéndum de autodeterminación. El resultado fue muy ajustado: un 49,42% quería la independencia. No obstante, este territorio no se independizó. El presidente, en un intento de comparar este conflicto con el catalán, dijo lo siguiente: “Desde la política se pueden encontrar soluciones políticas, desde el respeto de la legalidad se puede encontrar una solución”.