La buena noticia de ‘celebrar’ el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia es que te lleva a leer artículos y documentos, para intentar responden a la cuestión: cómo está hoy la situación? Lo peor es constatar que ‘la situación’, no cambia o, en el mejor de los casos, lo hace lenta y silenciosamente.
Hay miles de mujeres científicas en el mundo y, por supuesto, en España; mujeres que, además de investigar en distintas disciplinas, desarrollan en simultáneo roles diversos, tales como la maternidad, la gestión del hogar y la planificación familiar.
Casualmente, estas mujeres trabajan con hombres que, parece, tienen mayor peso específico, quizás por el principio de Arquímedes, donde el cuerpo que se sumerge digamos que es masculino y el líquido desalojado, femenino. Por ejemplo, desde 1903 hasta el umbral de 2015, el Premio Nobel ha sido otorgado en 817 ocasiones a hombres y en 47 a mujeres.
Entre las mujeres ganadoras, la primera fue Marie Curie (dos veces; en Física y en Química). Su hija, Irène Joliot-Curie, ganó el de Química, en 1935, por lo que son la única pareja de madre e hija con esta distinción. De las 47 premiadas, 11 tienen el galardón en Fisiología o Medicina, 4 el de Química, 2 el de Física y 1 el de Economía.
Ninguna de ellas es de habla hispana (en ciencias), de entre más de 400 millones de hispanohablantes. La desigualdad entre los 817 y las 47 premiadas es un misterio. Un dato colateral puede ayudar. En el artículo “Cómo la Academia rechazó a la Mujer», basado en documentos del Archivo Nobel, sobre las mujeres escritoras que fueron nominadas de 1901 a 1950/1959 (debido a las normas de secreto, de 50 años), en total, 44 mujeres escritoras fueron nominadas 124 veces, entre las que solo 5 obtuvieron el premio.
Probabilidades
Volvamos a la ciencia. Según Naciones Unidad, “un estudio realizado en 14 países (¿?), la probabilidad de que las estudiantes terminen una licenciatura relacionada con la ciencia, es del 18%; una maestría, el 8% y un doctorado el 2%; mientras que la probabilidad para los estudiantes masculinos es del 37%, 18% y 6%, respectivamente. En todos los supuestos, más de doble de posibilidades a favor del hombre.
En 2006, el trabajo “Mujeres y hombres en la ciencia española. Una investigación empírica”, de Mª Luisa García de Cortázar y Nebreda, Fátima Arranz Lozano, Consuelo del Val Cid, Yolanda Agudo Arroyo, Antonio Viedma Rojas, Cristina Justo Suárez y Pilar Pardo Rubio, señala que, en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de los 2.361 científicos (en 2005), 1.602 eran hombres y 759 mujeres.
En ninguno de los rangos la presencia femenina supera el 45% (en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, casi lo alcanza); la menor presencia de mujeres científicas se sitúa en ‘Profesor de Investigación’, 15%, donde ellas conviven laboralmente con más de 400 profesores, y es el de mayor jerarquía. El resto circula con porcentajes de entre el 30 y el 30 y pico por ciento.
Solteras sin hijos
En la amplia muestra analizada, concretamente, “en el grupo de los varones hay más casados y con hijos que en el grupo de las mujeres. La soltería es el estado civil del 8% de los científicos y del 20% de las científicas”.
Además, “científicos y científicas también se diferencian en el número de hijos. Es más frecuente la paternidad que la maternidad. Son padres, el 82,5%; son madres, el 68,4%. Los varones pueden ser científicos y padres en similar proporción que el conjunto de la población masculina española. Las mujeres deben sopesar la incidencia de la familia en la vida profesional y optar por tener hijos o no”.
Otro dato constatado es que “el 57,5% de las científicas han interrumpido alguna vez su actividad por la maternidad, frente a un testimonial 4% de los varones que desempeñan su labor en el mismo organismo. En el supuesto de baja por enfermedad de un familiar el 84,6% de las mujeres se ven afectadas por esta situación tres meses o menos, frente al 58,3% de sus compañeros”.
Margarita Salas
Asturiana, nacida en 1938, es una de las científicas españolas más relevantes internacionalmente. En 2014, fue elegida por la revista ‘Quo’, el CSIC y el Consejo Superior de Deportes, para la primera «Selección Española de la Ciencia», compuesta por 13 científicos españoles destacados.
Es bioquímica, licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid; fue discípula de Severo Ochoa, con quien trabajó en los Estados Unidos, después de hacerlo con Alberto Sols, en Madrid. Casada con el también científico Eladio Viñuela, ambos se encargaron de impulsar la investigación española en el campo de la bioquímica y de la biología molecular.
En la actualidad es profesora vinculada “ad honorem” del CSIC, y desarrolla su trabajo en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid (CSIC-UAM). También es académica de la RAE, desde 2003, y censora de la Junta de Gobierno desde 2008.