El periodista José María Íñigo ha fallecido este sábado, a los 75 años de edad, a causa de un cáncer contra el que llevaba luchando dos años. El veterano comunicador había sido noticia hace poco, al saberse que no comentaría el festival de Eurovisión, algo que llevaba haciendo desde el año 2011.
La noticia la ha adelantado Pepa Fernández, en el programa No es un día cualquiera, de Radio Nacional de España, donde Íñigo era colaborador habitual.
Íñigo comenzó su andadura en el mundo de la comunicación a través de la radio, formando parte de Radio Bilbao, cadena COPE y Cadena SER. Fue en esta última casa donde marcó uno de sus primeros hitos, siendo uno de las personas que pusieron en marcha Los 40 principales.
Su salto a la fama se produjo, sin embargo, al comenzar a trabajar en televisión. En 1968 se unió al programa Último grito, de Televisión Española. Dos años después, se ponía a los mandos de Estudio Abierto, un programa de entrevistas, reportajes y variedades que se emitía en el canal UHF (actual La 2).
El paso, en 1972, de Estudio Abierto a la programación de La 1 de TVE convirtió a José María Íñigo en una estrella. Tras ésto, llegaron otros programas como Directísimo o Esta noche…fiesta.
Tras el éxito en los años 70, José María Íñigo se mantuvo varios años en la sombra, hasta que en 1993 comenzó a copresentar junto a Laura Valenzuela Las mañanas de telecinco.
Ya de vuelta en los medios públicos, Íñigo comenzó a colaborar en No es un día cualquiera en el año 2000. También participó en Las mañanas de la 1, con Mariló Montero y sacó su propia revista Ganas de viajar.
Todo este trabajo no impidió que José María Íñigo fuese, también, un prolífico escritor. Más de una veintena de libros lo abalan, con títulos como Enciclopedia de la música 1900-1970, Estudio Abierto o Cuando éramos jóvenes.
Sin embargo, si por algo se recordará a José María Íñigo es por ser la voz de Eurovisión para España. Y es que el veterano presentador comenzó a comentar el festival para TVE en el año 2011, convirtiéndose rápidamente en una referencia con su inconfundible voz, su carisma y, aunque no se veía, también con su inolvidable bigote.