Detrás de la página de Facebook No es nada personal, se encuentra Carlota Miranda, una burgalesa de 28 años que revoluciona las redes sociales con cada uno de sus escritos. Cuenta con más de 100 seguidores con los que comparte su amor por Marruecos, sus experiencias en el país vecino y sus viajes, su pasión que se ha convertido en una forma de vida. Pero también denuncia y condena el machismo, la violencia de género y habla de la importancia del feminismo. Y no se conforma solo con Internet, ha escrito tres ensayos donde recopila cada uno de sus textos (¡Qué menos que ser feminista!, Apuntes de árabe marroquí para principiantes y De Marruecos al cielo (Inchallah)). Con unas ideas muy claras y mucha sensatez, Carlota Miranda nos habla en esta entrevista de la violencia de género, de Diana Quer, del juicio de ‘La Manada’, de su estancia en Marruecos, de sus viajes y de otros muchos temas.
¿Cómo comenzaste a escribir textos en las redes sociales?
Creé el blog como una sucesión del ya mítico Fotolog hace ya más de 8 años. Al principio solo compartía música y textos de otras personas pero, tras descubrir Marruecos, la temática del mismo se volvió prácticamente única. Al principio, sólo compartía mis publicaciones de Blogspot en mi página personal de Facebook pero una amiga me dijo: “Si quieres llegar a más gente, tienes que crearte una página de Facebook”. Lo hice y, a partir de ese momento, mis textos sobre viajes, Marruecos y feminismo fueron llegando a más y más gente y a día de hoy ya son más de 105 personas. ¡Todo un orgullo!
¿Te sorprendió la repercusión que tuviste?
Ha sido todo un proceso y una evolución, tanto en la temática de la página como en el tipo de personas que me leen. Pero lo cierto es que nunca he escrito nada con el fin de que tenga repercusión. De hecho, ocurre a menudo que los textos menos preparados y elaborados, suelen ser los más virales. A veces la gente valora el corazón que pongas en tus palabras. Otras veces, los argumentos y el razonamiento. Es muy complicado prever cuál va a ser la reacción de la gente pero me ilusiona mucho saber que cada vez hay más personas interesadas en ciertos temas.
¿Qué es lo que más te ha aportado a nivel personal?
Sin lugar a dudas, las experiencias que he podido vivir gracias a ella y las personas que me ha dado y me da, muchas de ellas ahora grandes amigas. Gracias a mi página, he podido viajar con chicas que me siguen a Irán, Emiratos Árabes, Omán, Marruecos, India, Jordania…Me he alojado en casa de personas que me leen en lugares como Turquía, Magreb, España, Francia… En definitiva, mucha, mucha vida.
Viviste una temporada en Marruecos pero antes trabajabas en Londres. ¿No fue un cambio muy brusco? ¿Qué aprendiste de cada una de las experiencias?
Muy brusco, pero era lo que necesitaba. En Londres, con apenas 21 años, aprendí que eso no era lo que quería para mi vida. Ésta es demasiado corta para pasártela pensando “¿Qué hago aquí?”. Hay que desprenderse cuanto antes de todo aquello que no te suma, porque pesa demasiado y no te deja ser tu misma. Y en Marruecos… creo que, de alguna forma, he crecido allí. Es parte de mí. Lo descubrí muy joven; he vivido muchas cosas, he conocido a mucha gente, he madurado, he disfrutado mucho… Lo llevo conmigo allá donde voy y, sin Marruecos, yo no sería quien soy.
¿Qué fue lo que encontraste en Marruecos que te enamoró de esa manera?
Es difícil de explicar, pero que siempre tenga ganas de volver debe significar algo. Toda mi familia materna es del sur de España y cuando visité el país por primera vez volví a mi infancia, a mi pueblo, con mis abuelos. El clima, los olores, la comida, la forma de vida, la forma de trabajar… me traían muy buenos recuerdos.
Marruecos es muy intenso, para lo bueno y para lo malo, y creo que estoy enganchada a esa sensación. Es mi segunda casa y como en casa no se está en ningún sitio. El país me sienta tremendamente bien y saca lo mejor de mí. Cuando estoy allí soy yo, sin filtros. No sé si es por la gente, por el ambiente, por la forma de vida… pero en ningún lugar siento tanta confianza para soltarme como lo hago en Marruecos. Allí estoy en mi salsa. A día de hoy, es lo más parecido que conozco a ser libre.
¿Qué prejuicios crees que existen sobre Marruecos y no son verdad?
Principalmente, el tema de la seguridad. La gente que no ha estado nunca siempre es lo primero que te advierte. “¿Y no te da miedo?” “¿Y te vas sola?” “¡Cualquier día os va a pasar algo!” Países como Francia han sufrido en apenas un año más atentados que en toda la historia reciente de Marruecos, pero nadie parece asustarse cuando le dices que te vas de vacaciones a París. El miedo es irracional y, a menudo, impuesto.
¿Cuáles son los mayores problemas que existen en Marruecos y desconocemos aquí?
Para mí el más grave es, sin duda, el todavía existente nivel de analfabetismo, especialmente entre las mujeres y en zonas rurales. Se estima que entre el 25 y el 30% de la población es analfabeta y de esa lacra, derivan muchos otros problemas como el machismo, las desigualdades sociales, la violencia de género… La educación es la base sobre la que construir todo lo demás y una persona que no sabe leer sus derechos es imposible que luche por ellos.
Tus escritos están plagados de feminismo. Has estado en países como el ya comentado Marruecos, Irán, India… ¿Qué tipo de situaciones machistas te has encontrado allí?
En Marruecos, como turista, la del acoso en la calle. Miradas, frases, ruiditos… En Irán, por ejemplo, es la ley la que nada más pisar el país te recuerda que eres mujer. Seas de donde seas, y profeses la religión que profeses, debes llevar pañuelo. Y la India para mí fue demasiado. No recuerdo ninguna situación en la me sintiera discriminada por ser mujer, pero el patriarcado que se respira en el país es brutal. Mucho mayor que en cualquier otro lugar que haya visitado. En Agra estuvimos en una asociación de mujeres que habían sido agredidas con ácido y, escuchando sus historias, se te cae el mundo encima. Nunca he repetido tantas veces “menos mal que no he nacido aquí” como durante el tiempo que estuve en India.
¿Cuándo comenzaste a ser consciente de la importancia del feminismo y empezaste a escribir sobre ello?
Supongo que el salir de casa tan joven y descubrir otras culturas, religiones, formas de vida… me ayudó. Por un lado, a valorar más lo que tengo y, por otro, a analizar mi realidad desde otra perspectiva. A ser más crítica con la educación que hemos recibido, a pararme a pensar en todo aquello que tenemos asumido e interiorizado, a des-aprender actitudes y comentarios con los que convivimos…
Llevamos trece víctimas de violencia de género en lo que llevamos de año. ¿Dónde radica el problema para que a pesar de todo lo que se habla, sabemos y denunciamos se siga produciendo estos asesinatos a mujeres?
Hablar de la realidad y visibilizar el problema es solo el primer paso para poder erradicarlo, pero no basta. No sirve de nada hablar de asesinatos machistas si después, en nuestro día a día, no cambiamos nada. Si seguimos riéndonos con chistes machistas, si seguimos criticando a mujeres por actitudes que en hombres nos parecen normales, si seguimos educando de forma diferente a niños y niñas… nada va a cambiar. El cambio empieza en uno mismo y, aunque es un proceso muy muy largo, hay que empezar cuanto antes.
Mostraste una gran indignación ante el tratamiento judicial del caso de ‘La Manada’. Éste jueves 26 de abril se comunicará la sentencia. Tal y cómo se ha ido desarrollando en los últimos meses, ¿qué crees que pasará finalmente?
Honestamente, no lo sé. Llegados a este punto, ya no sé qué pensar. De lo que estoy segura es que si la sentencia no es ejemplar (o, lo que es peor, si salen absueltos) millones de mujeres van a salir a la calle. Porque el nivel de rabia, de indignación, de tristeza y de dolor es tal que cualquier persona con un mínimo de dignidad y sensibilidad debería decir BASTA.
En casos como los de Diana Quer o el de La Manada se especuló mucho sobre la vida y forma de ser la víctima, llegando a culpabilizarla. ¿Por qué crees que se produce esto en vez de juzgar al culpable?
Culpabilizar a la víctima sólo ocurre cuando se trata de mujeres. En un atentado terrorista, nadie se para a hablar de la parte de responsabilidad o culpa que pueda tener la víctima. En un atraco, nadie cuestiona qué pudo hacer y no hizo la persona a la que se le roba. Sin embargo, cuando se trata de machismo, el foco siempre recae en nosotras. Igual que ocurrió en el caso de Nagore Laffage, ni siquiera el hecho de que fuera asesinada sirvió para que toda la población, sin excepción, le señalara a él y no a ella. “Es que estuvo en su casa…” “Es que al principio estuvo de acuerdo en mantener relaciones…” “Es que era muy ligona…” La culpa, la dichosa culpa, la cargamos nosotras.
Como mujer, ¿a qué tipo de situaciones machistas te has tenido que enfrentar?
Que tenga que volver sola a casa de noche e intranquila. Que se cuestionen mis viajes, mis destinos y mi forma de disfrutarlos. Que se me pregunte en una entrevista de trabajo si tengo novio, si quiero quedarme embarazada o si creo que ser mujer es un hándicap para trabajar como ingeniera. Que las únicas compañeras de trabajo que tenga estén sin ropa y en un calendario. Que hombres por la calle opinen sobre mi aspecto físico sin haberles preguntado. Que se me diga que viajamos “solas” cuando viajamos juntas.
A lo largo de todos estos años donde has hablado y analizado cada caso de violencia de género, ¿cuál es el que más te ha afectado a nivel personal?
El que más me llegó fue el de Ana María Enjamio por la cantidad de similitudes que teníamos. Su asesinato fue en el portal de su casa, teníamos la misma edad, la misma profesión, los mismos gustos, los mismos hábitos… El pensar que, de alguna forma, podía haber sido yo me revolvió bastante.
El que más odio me provocó contra los medios de comunicación fue el de Diana Quer. Asesinada por no aceptar ser violada. Tirada en un pozo, como si de un trapo se tratara. Y, durante meses, siendo cuestionada por su ropa, sus hábitos, su forma de disfrutar de su sexualidad, sus problemas familiares, sus relaciones personales… Todo lo que se pudo hablar de ella y de su familia, se habló y de una forma muy ruin.
Y el que más rabia y asco me provoca, el de ‘La Manada’, siendo la víctima una vez más cuestionada por rehacer su vida de la mejor forma que puede. No basta con que haya sido violada, se le tiene que notar. Tiene que dejar de salir, de estudiar y de relacionarse. Tiene que quedarse en casa y llorar su pena. Es repugnante.
A raíz del 8M, ¿crees que se produjo un cambio o se puede llegar a producir?
Como se suele decir, Roma no se hizo en dos días y el cambio real es lento, es progresivo, pero ya está en marcha. Por fin, cada vez más y más mujeres son conscientes de la situación de desventaja en la que viven y están dispuestas a luchar para que las que vienen detrás puedan disfrutar y hacer su vida sin ser señaladas por ello.
¿Cuáles son tus referentes en el feminismo, esas mujeres que te inspiran?
Este es otro de los grandes problemas con los que hemos crecido las mujeres; lo hemos hecho sin referentes. Sin ejemplos a seguir. Puede sonar a tópico pero nada me inspira más que las mujeres reales que libran pequeñas batallas diarias en sus casas. Las que he conocido en España y en tantos otros países, cada una son sus retos personales, teniendo que enfrentarse a parejas, amigos, familias… por ser feministas. Esas mujeres que me escriben para contarme situaciones que viven, que se ponen en contacto conmigo para agradecerme mis escritos y la influencia que han tenido en ellas. A las que cada día se las llama pesadas y exageradas por denunciar la realidad con la que conviven.
Has escrito tres ensayos donde recopilas varios de tus escritos. ¿Te animarías o te has planteado alguna vez dar un paso más y escribir un libro?
La verdad es que no me lo he planteado, aunque me lo han sugerido varias veces. De momento, soy más de números que de letras.
¿Cuáles son tus próximos destinos viajeros?
Líbano, Birmania, Camboya… ¡Muchas ideas en mente! ¡El billete de mi próximo gran viaje aún está por comprar!