En muchas ocasiones es sorprendente ver las pocas luces que se tiene hoy día, sobre todo en cargos o personas que desempeñan funciones públicas y de una responsabilidad y repercusiones enormes. Que hoy día las redes sociales han cambiado el prisma de nuestro día a día es una realidad, la inmediatez y notoriedad que dan plataformas como Facebook o sobre todo Twitter, hacen de estas herramientas algo muy útil pero a la vez peligroso si no se sabe usar.
Enrique Sardá parece que pese a su experiencia y posición laboral pública, no lo entendía así. Sardá era hasta ayer cónsul de España en Washington, pero el Ministro de Asuntos Exteriores Alfonso Dastis ha decidido cesarlo de sus funciones inmediatamente tras sus declaraciones en Facebook en tono jocoso sobre Susana Díaz, el texto fue el siguiente:
“Verano tórrido. Hay que ver qué ozadía y mar gusto de la Susi. Mira que ponerse iguá que Letizia. Como se ve ke no sabe na de protocolo ella tan der pueblo y de izquielda. Nos ha esho quedar fatá a los andaluse. Dimisión ya”. El texto de Sardà parodia un supuesto acento andaluz con faltas de ortografía y critica que Díaz acudiera a un acto público en Málaga con un vestido casi idéntico al de la reina Letizia.
Tras su cese Sardá argumenta que la decisión se ha tomado “en caliente” y le parece una decisión “desproporcionada“, pero que entiende que ha colocado al Ministro en una situación “incómoda” y por tanto acepta la decisión tomada por Alfonso Dastis. Curiosamente en mayo del año pasado el propio Enrique Sardá se quejaba en una entrevista que recibía críticas por tener “acento catalán“.
Enrique Sardá parece haber vivido en una burbuja, piensa que la decisión de su cese es desproporcionada, pero parece haber olvidado que como cargo público y diplomático en el momento que acepta el puesto pierde un porcentaje bastante alto de privacidad en cuanto a dar opiniones, ya que estas ya no sólo lo representan a él, también a un cargo y a un país.
Las redes sociales tienen un alcanza inimaginable y esto ha provocado que, ironías de la vida, la poca diplomacia de un diplomático, lo deje sin su puesto de trabajo.