Un verano no es verano en Málaga hasta que en redes sociales, en especial Twitter, no se empieza a hablar de apocalipsis malaguista y la “B“. Lo que para muchos es síntoma de ser un troll tuitero o un “reventaor” no es más que muestras claras del malaguista temeroso, ese que quiere aparentar dureza e importarle el Málaga “un pimiento” pero luego en la soledad de su salón o habitación sufre viendo a su equipo perder fuera del templo, ese que cuando va a La Rosaleda y tras una nueva derrota exclama “esto ya se veía venir, si es que solo fichamos bultos“.
Este tipo de aficionados choca con los que lo ven todo de color de rosa, los positivos que veían en su día en Rescaldani al nuevo Messi, o ahora a Cecchini al nuevo Redondo. Lo curioso de ver ese choque de opiniones entre “reventaores” y positivos, es que en el fondo ambos esconden el mismo dolor e ilusión, no ver sufrir a su Málaga.
Hay que diferenciar entre el “malaguista contenido“, el de la coraza del todo me da igual y así me voy preparando para lo peor, con el que de verdad enciende el ventilador y echa encima toda la mugre que puede, aunque en mi opinión, este no es malaguista, puede ser malagueño, pero no del Málaga, seguramente en su armario cuelga la camiseta de CR7 o la de Neymar, esas que lucen con orgullo a las puertas del hotel de turno cuando van a recibir a sus estrellas en sus visitas a Málaga.
Por mucho que choquen los “reventaores” con los flowers powers malaguistas, ambos ven en ese escudo una ilusión, un cosquilleo, uno lo disimulan más y otros menos, pero a ambos les une la pasión por el blanquiazul, a unos y otros lo que les gusta ver en La Rosaleda es su equipo saltar al césped al son del himno malaguista, porque a fin de cuentas, se fichen futuras estrellas o “bultos”, son los suyos, sus jugadores, los que defienden su escudo y con esos que nadie se meta, “como mucho yo, que para eso soy malaguista“, que diría aquel. Y es que al final si Rolon llega al Málaga y resulta ser un bulto cuidado con reírte o mofarte de él si no eres malaguista, puede resultar un bulto, pero será “su bulto”, el del malaguista y por tanto sólo él tiene derecho a soltar su frustración y dolor descargando sobre lo mal que salió un fichaje.
Es muy malaguista ponerse la venda antes de sufrir la herida, una forma más de asumir el golpe, de saber que se va a pasar mal, pero que aunque luego “raje” en Twitter y me desahogue, que nadie me toque a mi equipo. El malaguista no es malaguista sin su verano apocalíptico de todos los años y este termina el día 2 de septiembre cuando se de por cerrado el mercado de fichajes, en ese mismo instante, todos y cada uno de los que lucen la blanquiazul, bultos o no, serán el motivo de alegrías y sufrimiento de una afición que dividida entre “reventaores” y positivos, quedan unidos por la pasión a unos colores, a una tierra, a un sentimiento.
Y recordad, este año no bajamos solo si hay 3 equipos peores que nosotros.
