Antes de que saques la cara de debajo de la manta y entones tus cánticos de buena mañana; antes de que saltes del sofá, atento a que me pongo las botas, el abrigo, bufanda y gorro; antes de que me mires y sonrías, porque sabes que nos vamos a dar la primera vuelta de la mañana… Antes de que llegaras, a este hogar le faltaba algo: le faltabas tú.
Ahora, en un rato, 13 meses después y 2 nochebuenas juntos, ya sabes que tienes nombre y te gusta que lo pronuncie; nos ha costado mucho empeño que pierdas el miedo a cruzar la puerta, pero lo has conseguido; has logrado comer cuando estamos cerca y convivir con el monstruo amarillo (maldito aspirador); ya, el palo de la escoba no es un enemigo, ni el ruido del caerse algo te convierte en pelotilla. ¿Ves? Te lo has currado y merece la pena.
Ahora que sabemos que cuando todos ponemos un poco de nuestra parte, las partes son un todo que caminan juntos para siempre; ahora que has sido capaz de dejar el pasado atrás y correr hacia tu mejor horizonte; que de aquellos lodos solo quedan media docena de cicatrices cerradas: están ahí, sí, pero no volverás a ellas. Ahora que tienes una familia a la que proteges, que ya no tienes que robar comida, que has aprendido a jugar, reír, dar y pedir, y mirarme como sólo tú sabes poner el corazón en tus ojos… Ahora, es buen momento para darle las gracias a nuestra gorda querida, a tu ‘prima’, la que tiene 35 kilos de algodón de azúcar, por todo lo que te ha ayudado a sacar de ti lo que eres.
Y, ahora, nos vamos a correr, silvestres contra el viento, con toda la felicidad que somos capaces de reunir y con la pena inmisericorde de saber que, ahí fuera, siempre está el abandono; ahora, les deseamos a todos: tranquilidad, risas y abrazos; ésta y todas las noches; éste y todos los días. Todos los que hemos sido adoptados por cuatro patas llenos de ternura, tenemos mucha alegría por delante; infinitas cantidades de mimos, saludos y bienvenidas; inmensas horas de acurruque, los mejores paseos y, hoy, ¡doble ración de golos!