Día a día en nuestro país asistimos a la tragedia que tienen que soportar las mujeres en sus vidas. Maltrato físico, psicológico y asesinato. Un terrorismo machista que desprecia, que ataca, que viola, que amenaza y que mata a las mujeres. Un terrorismo machista que viola sistemáticamente los derechos de las mujeres.
El aspecto de la violencia del hombre contra la mujer, es solo la punta del iceberg, de un proceso de discriminación contra las mujeres que es estructural en las sociedades y sostenido a lo largo del tiempo. Todo este proceso al que me refiero, se ve de manera muy nítida en los altos niveles de desigualdad existentes entre las mujeres, con respecto a los hombres. Hablamos de desigualdad económica, de desigualdad social. A esta situación hay que sumarle la preocupante deriva de los jóvenes ante la violencia machista. Una violencia que ya empieza en los institutos cuando los chicos controlan los móviles de sus parejas, la manera que tienen de vestirse o las personas con las que se relacionan.
Para poner fin a esta lacra social se necesita la implicación y la conciencia de toda la ciudadanía, de hombres y de mujeres. Es fundamental la educación como pilar en la formación de valores en igualdad cuando se es niño o niña. En esto los medios de comunicación también juegan un papel relevante. Es indignante ver, escuchar o leer en periódicos como se invisibiliza en las informaciones a las mujeres, cuando se habla de un caso de violencia machista. La mujer en este caso aparece en un tercer o cuarto plano, como si no existiera.
Para acabar con el terrorismo machista, también se hace indispensable la acción e implicación de las instituciones públicas. Con los recortes económicos aplicados por los gobiernos del PP en los últimos años, en las partidas de violencia de género, se hace muy difícil el poner vías de solución a esta tragedia social. Es urgente un pacto de estado que blinde económicamente las partidas de violencia de género, y que al mismo tiempo se incrementen las políticas de igualdad. En la misma dirección, se hace imprescindible el endurecimiento de penas para los maltratadores.