La expectación era máxima. 20.00 horas de la tarde en el Teatro Kapital de Madrid. Los periodistas se aglutinaban a las puertas de esta conocida discoteca a la espera de poder asistir al debut musical de Isa Pantoja. Ella era el reclamo, pero también se esperaba a su madre, Isabel Pantoja, quien ahora se prodiga mucho más en actos públicos una vez que, tras su paso por Supervivientes, ha roto el ostracismo al que se había autocondenado.
Isa P, como se hace llamar, estaba relativamente tranquila (ya dice la letra de su primer single, Ahora estoy mejor, que es la reina de hielo y que ella misma mató a Frozen), pero con la esperanza de que su madre asistiera a esta noche tan importante en su recién estrenada carrera musical.
Sin embargo, Isabel Pantoja puede que, una vez más, le haya dado argumentos a todos aquellos que piensan que, en su familia, hay hijos (e incluso sobrinas) de primera y otras de segunda. Y si a Kiko Rivera no ha dudado en apoyarle públicamente siempre que ha tenido ocasión (tanto en su faceta de DJ como en su paso por los distintos realities en los que ha participado), no lo ha hecho así con Isa.
¿Dónde estaba la tonadillera este jueves mientras su hija intenta seguir sus pasos en el mundo de la música? Pidiendo a toda costa la salvación de su sobrina, Anabel Pantoja, en Gran Hermano VIP.
La respuesta de Isa Pantoja
Según confiesan algunos de sus allegados, Isa ha llegado a retrasar la actuación con la esperanza de ver aparecer a su madre por la puerta de la discoteca. Y a la vista de que esto no ocurría, decidía no dilatarlo más y salir a actuar (en riguroso directo) ante un grupo de amigos (entre los que se encontraba su novio, Asraf, o rostros conocidos como sus compañeros de El Programa de Ana Rosa o el influencer Aless Gibaja) y una legión de medios y periodistas que esperaban con gran interés.
No ha defraudado. Y hay que reconocer que la canción acaba siendo pegadiza. No obstante, el momento más amargo se vivía cuando, al acabar, Isa agradecía su asistencia a todos los presentes. “Y los que no han venido, pues igualmente…”, decía antes de echarse a llorar, pero dando un guantazo sin mano a los ausentes.