glucorafaninaDaniel Marino ha llevado a cabo este estudio en colaboración con el Dr. Pedro Aparicio-Tejo, de la Universidad Pública de Navarra.
Las plantas necesitan nitrógeno para su crecimiento y la agricultura intensiva requiere del aporte de compuestos nitrogenados. La fertilización clásica basada en nitrato, sin embargo, es causante de grandes problemas ambientales.
Para reducir esta problemática, ” se está intentando fomentar otro tipo de fertilización y una de ellas es el uso del amonio, junto con inhibidores de la nitrificación. Los inhibidores hacen que ese amonio esté en el suelo durante más tiempo y así se mitiga la lixiviación de nitratos y también las emisiones de óxidos de nitrógeno”, comenta Daniel Marino.
Esta fuente de nitrógeno tiene una particularidad: ” puede ser tóxica para las plantas y generar un crecimiento menor que con nitrato”, continúa Marino.
Al estudiar el tipo y la cantidad de proteínas acumuladas en las plantas con cada tipo de nutrición, nitrato y amonio, ” lo que más interesante nos pareció es que había algunas proteínas relacionadas con el metabolismo de los glucosinolatos que se acumularon en mayor cantidad en las plantas a las que se aportó amonio”, apunta Marino. Los glucosinolatos, en general, tienen dos propiedades: son insecticidas naturales y concretamente, uno de ellos, la glucorafanina, tiene propiedades anticancerígenas.
” Aunque no llegamos a estudiar el contenido de glucosinolatos en la parte del brócoli de mayor interés alimentario, la flor, vimos que en las hojas de plantas jóvenes se acumulaba mayor cantidad de glucorafanina cuando aportamos la fuente de nitrógeno mediante amonio que cuando lo hicimos mediante nitrato”, añade Marino.
Con estos resultados, el grupo de investigación sigue trabajando en este aspecto, e incluso han iniciado contactos con algunas empresas que pudieran estar interesadas en ellos. Así, para ahondar en su posibles aplicación comercial ” realizaremos experimentos en campo, donde el sistema es mucho más complejo, debido entre otros, a los microorganismos del suelo que también utilizan el amonio como fuente de nitrógeno. Así, en los experimentos de campo nos interesaremos también en analizar el contenido de glucosinolatos en la inflorescencia del brócoli, la parte de la planta que más se consume. Por otra parte, desde un punto de vista más fundamental, también nos interesa saber el efecto que los glucosinolatos puedan tener en la tolerancia de la propia planta al amonio”, concluye Daniel Marino.