Un individuo en la actualidad no se compra un gato para que cace las ratas de su casa o un perro para que proteja la casa, sino por tener compañía en casa, acepta la convivencia por una razón más sentimental y emocional. Aunque es cierto que en el caso del can la defensa del hogar puede ser el factor clave y desencadenante para la adopción, pero a posterior esta razón se disipa entre el aprecio. Los animales han dejado de ser meras herramientas.
El porqué de esta tesitura tiene base científica, pues muchos de los expertos apuestan que parte del “amor” que muchas personas sienten por los animales es innato. La psicóloga Vanessa LoBue de la Universidad de Rutgers realizó unos estudios que demostraron que los niños de hasta tres años prefieren y pasan más tiempo con animales que con juguetes sin vida, ya sean perros, gatos o arañas.
No es el único estudio que avala que los humanos sienten predilección por los animales de forma natural, los especialistas del Instituto de Ciencias del cerebro de Seattle han encontrado neuronas localizadas en la amígdala, región del cerebro que se relaciona con las emociones, que se estimulan de forma significativa cuando se observa imágenes de animales, por lo que consideran que las personas tienen células especializadas para reconocer la vida animal. Las bases de la idea de que hay un apoyo neuronal en las reacciones emocionales que despiertan los animales se sentaron en el ensayo de 2011.
Otra de las teorías es la apariencia de los animales, los ojos grandes y contornos suaves son propias también de bebés humanos por lo que, al igual que suceden con los niños, al verlo surge la necesidad de cuidarlos. Esta teoría se sustenta gracias al estudio del psicólogo japonés Hiroshi Nittono de la Universidad de Hiroshima, que muestra a nivel neuronal que se acciona el mismo mecanismo al ver una cría de animal o a un bebé humano.
Todo ello refuerza la hipótesis del biólogo E.O Wilson, que apuesta por la tendencia natural humana en centrarse en la vida y en los procesos que nos la recuerdan.
También influye el ambiente, el hecho de criarse entre animales o en un país que apuesta por mascotas hace que el individuo se familiarice con ellas, los vea como un elemento fundamental para su vida. Esto varía en cuestión de cultura, lo que en un país occidental es un adorable perro en un país islámico se considera un ser sucio. Influye también el condicionante cultural de imitación, imitando al “vecino” o a los familiares que tienen animales de compañía, lo que se complementaría con las modas del psicólogo Harold Hertzog de la Universidad de Carolina Occidental.
Animales en España
Estos estudios parecen acertar si nos fijamos en las estadísticas, en España sin ir más lejos casi el 40% de los hogares tiene al menos una de las 20 millones de mascotas que viven en el país, según datos de la Asociación Madrileña de Veterinarios de Animales de Compañía (AMVAC) con cifras actualizadas a 2015. Solo en la Comunidad de Madrid se sitúan más de un millón de animales de compañía según el Informe de Resultados del 30 de noviembre de 2015 del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
Comercio de animales
Incluso la economía relacionada con la explotación de los animales está variando notablemente. Esto se plasma a la hora legislativa, pues cada vez se aumenta la búsqueda de abolir, o al menos complicar, la venta de animales en tiendas; claro ejemplo es la enmienda realizada por el gobierno regional de la Comunidad de Madrid en 2016, obligando a los proveedores a vender los animales por catálogo o mecanismos similares para evitar el uso del escaparate.
También se puede observar el decrecimiento de la tendencia de compra de animales analizando la demanda hace once años, en 2007, cuando la compra para regalar suponía un 34,2% y la compra directa propia en tiendas de animales era del 25 % respecto al total de los individuos que obtuvieron animales; con la demanda del año pasado, en 2017,cuando se muestra una bajada significativa al 25,2% del primer parámetro y al 15% del segundo, según datos del informe sectorial del AMVAC.
Circos
Incluso uno de los entretenimientos más antiguos, el circo, está en jaque y forzado a evolucionar hacia el espectáculo libre de animales. Esta cuestión es latente en la sociedad captando la atención de los medios en casos puntuales como el accidente sufrido el lunes 2 de abril, en el cual cinco elefantes se cayeron del camión que les transportaba al intentar adelantar a otro vehículo pesado, según los responsables del Circo Gottani informaron, quedando heridos y falleciendo uno en el siniestro. Esto produjo una serie de protestas ciudadanas para la abolición del uso de los animales en estos tipos de números.
Aunque este caso provocó una serie de consecuencias ya había acciones políticas antes del incidente, pues más de 400 ayuntamientos no autorizaban dichos espectáculos (no tienen la jurisprudencia para prohibirlos) según datos publicados en La Vanguardia el 20 del 05 del 2017. Esta inclinación proviene de la Unión Europea, donde 16 países (al que se le suma Noruega) como Bélgica, Portugal y los Países Bajos entre otros, prohíben este tipo de espectáculos. Esto no se estanca en Europa, sino que Canadá, Bolivia, Colombia, Israel e India se suman a la causa, según afirmaba Eldiario.es el 27 del 12 del 2015.
A nivel social también cala hondo este movimiento pues una medición internacional en Europa a personas mayores de 15 años refleja que el 63 % de los mil encuestados abogan por la prohibición del uso de animales en los circos, mientras que un 80% busca terminar con la violencia como método de aprendizaje, conforme al comunicado de Emol el 19 del 3 del 2018. Respecto a la opinión de los circos, cada vez son más los que ceden a la presión social y desisten en llevar a cabo las acciones cuestionadas. Claro ejemplo de esto son las entregas de siete tigres y un león por parte del Gran Circo Wonderland y dos leones por parte del Circo Europa al centro de rescate APP Primadomus, una de las entidades de protección de los animales y la fauna salvaje que forman la coalición Infocircos.