Lleva ya más de 100 días fuera de España y su vuelta parece más que improbable. Y es que el resto del país, no sólo Cataluña, está pendiente de su regreso, que responda ante la Justicia y se restablezca el Gobierno en la Comunidad Autónoma.
Activado el artículo 155, por el que se pretendía devolver la legalidad, todo parece paralizado, condenado al olvido. Y España no puede olvidar.
No puede olvidar que la Constitución y las Leyes están para algo. No puede olvidar las injusticias y no puede olvidar que existe una Corona, a la que se le debe respeto pero también lealtad.
Los catalanes como miembros de la Comunidad española tampoco deben olvidarlo. Y no vale un expresidente en el exilio, que pretende gobernar en dicha situación, por mucha nueva tecnología que exista. Las nuevas tecnologías están para construir no para destruir. Y lo que quiere Puigdemont es gobernar para unos pocos en detrimento de una gran mayoría.
Señor Puigdemont, Cataluña necesita una sociedad estable, una economía en continuo crecimiento, una política sostenible y perdurable en el tiempo, en definitiva, una Comunidad con una riqueza en desarrollo. Desde Bruselas es muy difícil que se pueda conseguir, vía videoconferencia o como quiera gobernar.
Además, Cataluña por sí sola no tendría ni los beneficios ni las ventajas de las que disfruta perteneciendo a España: financiación económica, turismo, diversidad cultural, pluralidad… ¿De qué se trata, pues, sino de ir desarrollando las Comunidades, en vez de atascarlas y abocarlas al fracaso?.
El éxito de Cataluña, como Comunidad Autónoma dentro del Estado español, se debe a su capacidad de desarrollo y prosperidad, que tendrían con la ayuda del resto del país.
No puede ser, señor Puigdemont, que tantos años de lucha caigan en el olvido. Ahora, de repente, a Cataluña se le olvida que pertenece a España, que se debe a España, que necesita a España.
Pues señor Puigdemont, no creo que los españoles merezcamos tanto desprecio. Creo que nos hemos portado bien con Cataluña, y eso bien merece una vuelta a España, un Gobierno para Cataluña dentro del país y un perdón por las molestias ocasionadas.