Fallo de La Manada: Jurisprudencia social

La esperada condena a quince años a los violadores han marcado más social que jurídicamente, todo el movimiento generado alrededor del caso ha favorecido a la libertad de las mujeres
Khalil Pablo Sheikha
España
22.06.2019
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Uno de los juicios más mediáticos y que la sociedad más ha seguido de cerca en estos tiempos ha sido el de La Manada. Ha conseguido posicionar más ferozmente a políticos y agentes públicos que el juicio del “procés”, y no es para menos. Ahora, con el fallo que condena a los implicados a quince años de cárcel por violación, podemos afirmar que se han asentado bases jurídicas y sociales entorno a las libertades sexuales de las mujeres.

Las opiniones, críticas y celebraciones no se han hecho esperar. Curiosamente, más que el argumento del fallo en sí, el debate se centra en cuestiones exógenas a éste, como supuestas presiones a los magistrados, el movimiento “Yo si te creo” y las reacciones de felicidad del resultado.

Una de las respuestas más rápidas y llamativas han sido la de dirigentes políticos con el famoso #Yositecreo felicitando por la resolución y recalcando que ellos creían a la víctima.

Ante estas publicaciones se critica que siempre se creyó a la víctima y que se está sobredimensionando el movimiento de "Yo si te creo". Es verdad, si no se hubiese creído a la víctima no hubiera habido condena por abuso sexual en la Audiencia Provincial de Navarra. Pero también cabe destacar que de los 14 jueces que han intervenido en todo el proceso, uno no vio ni siquiera dicho abuso, sólo jolgorio, magistrado Ricardo González. Con los hechos probados fue el único que no vio nada, por lo que pidió la absolución de los cinco.

A día de hoy, dicho juez sigue como magistrado de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Navarra.

También se critica la injerencia política y presiones en la decisión del tribunal. Ante ello, el argumento del fallo dado por los jueces es fundamental, si no hay coherencia o errores supondría un escenario totalmente distinto, pero ante unas palabras sin fisuras y en un caso que se debatía la interpretación del Código Penal, es complicado mostrar dicha intromisión.

Además, diversos juristas abogaban antes de que el caso fuese tan mediático que era violación, como el magistrado y portavoz territorial de Juezas y Jueces para la Democracia, Joaquim Bosch. Por ello, ante una cuestión tan encorsetada y un argumento sólido, poco cabe criticar. En todo caso, siempre queda el Tribunal Constitucional.

Por otro lado, se señala que se ha sobredimensionado dado que era una cuestión meramente jurídica. Sí, era una cuestión jurídica de interpretación del Código Penal, pero con gran calado social. Ya no se trata de cuestiones técnicas, sino de cómo hay que cambiar el Código Penal para que no haya dicha confusión desde un punto tuitivo de la mujer en estas situaciones. Modificar el CP para agravar y aclarar las condenas, y para que jueces como González no tengan duda de que eso no fue “jolgorio” (aparte de posibles cursos de concienciación a magistrados).

Sin embargo, lo más importante del caso de La Manada no ha sido el ámbito jurídico, sino el mediático y social. Es remarcable que muchos periodistas se cebaron con la víctima. La poca profesionalidad hace que se oculten este tipo delitos.

Se realizaron diversas barbaridades, uno de los familiares de los violadores contrató una detective para espiar a la víctima y desacreditarla según EL ESPAÑOL, esto dio pie a hablar más de su vida que del hecho de la violación misma. De hecho, el periodista Arcadi Espada decía en el Programa de Ana Rosa del 3 de mayo de 2018 lo siguiente: “yo querría saber si ¿hay un vídeo sobre la vida sexual de la víctima?”. Ante las quejas de las colaboradoras se escudaba así: “Entonces, ¿no se puede informar de las víctimas simplemente porque son víctimas?”

Auténticas salvajadas que dificultan que más mujeres denuncien por miedo a ser culpadas o vejadas.

Por ello, todo el apoyo social y político era un movimiento de protección de la intimidad, honor y respeto a las víctimas. El #YOSITECREO no era una respuesta jurídica, sino social a los medios rancios y machistas, al pensamiento de criticar antes a la víctima que a los agresores o la violación. Un movimiento que decía que ninguna víctima estaba sola ante la injusticia y animaba a cambiar el panorama de continuas agresiones a las libertades sexuales de las mujeres, que se animasen a denunciar todas aquellas que había sufrido abusos, agresiones o violaciones, porque no iban a estar solas atacadas por los medios, periodistas como Arcadi Espada y jueces como Ricardo González, sino que iban a estar en un colectivo que les iba apoyar cuando nadie lo hacía.

 Un movimiento tan emotivo por su belleza como desolador por la necesidad de su existencia.

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