La sobreprotección es un problema latente en nuestra sociedad y muchos padres la llevan a cabo sin darse cuenta. Es entendible que los padres siempre quieran lo mejor para sus hijos, que sean los más guapos, los más listos y que nunca les pase nada malo. Pero los niños tienen que aprender, tienen que saber qué está bien y qué está mal y tienen que aprender a valerse por sí mismos.
Hay quienes llegan a la universidad sin saber freírse un huevo frito, y quienes no hacen las tareas de la casa porque siempre les han dado todo hecho, por poner algún ejemplo, y aunque estos son problemas menores hay otros que acarrean consecuencias más relevantes.
Las madres y los padres no se dan cuenta, o no se quieren dar cuenta, de que con la sobreprotección lo que consiguen es dejarlos indefensos ante el mundo real.
Un niño que no tiene obstáculos nunca aprenderá a saltarlos y los muros crecen a la par que el niño. Si un niño empieza desde que es pequeño a saltar un obstáculo pequeño, luego otro más grande y luego otro… poco a poco y de uno en uno los muros se irán haciendo más grandes pero él sabrá cómo saltarlos, sin embargo quien se enfrenta con 20 años a su primer muro… solo puede ver llegar el golpe que está encaminado a recibir. Y eso a los 20, pero habrá quien lo reciba a los 30 o 40, aunque esos ya quizá ni se levanten del suelo después.
Estas son algunas características de los padres sobreprotectores:
1. Evitan a los hijos las situaciones o experiencias difíciles. Impiden que investiguen y se arriesguen y por lo tanto que aprendan de ello.
2. Impiden que investiguen y se arriesguen y por lo tanto que aprendan de ello.
3. No ponen límites a los deseos y caprichos de los niños, de modo que estos pueden pensar que pueden tenerlo todo.
4. A lo que sí ponen límites es a la independencia o autonomía.
5. Crean miedo acerca de ciertas cosas a los hijos, para seguir manteniendo el control.
6. Si no pueden ayudar a sus hijos en algo, y siempre hay cosas que no se pueden controlar, se sienten culpables.
7. Cuando un adulto se dirige al niño el padre/madre suele contestar por él.
Obligando y/o prohibiendo nunca se consigue más que lo contrario a lo que uno quiere. Y siendo demasiado permisivo el resultado no es mucho mejor, se debe encontrar el término medio. Ni tanto ni tan calvo.
Los niños no van a ser niños toda su vida y no van a tener siempre a sus papás para que le resuelvan sus problemas, de hecho esos niños quizá tengan que resolver en el futuro problemas de los padres y desde luego si se cumple la ley de la vida esos niños van a sobrevivir a sus padres, así que ¿por qué no esforzarse en darles los recursos que les van a hacer falta? Al que tiene hambre no hay que darle el pescado sino enseñarle a pescar, ¿no?