Siempre me negué a ser como son todos. A escribir con el mismo estilo que escribe “otros”. A hablar de las mismas cosas que mandan “otros”.
Siempre quise hacer lo que nadie hacia. A contar lo que no está en la agenda del día. Porque si ya lo hacen todos, ¿una más, qué aportaría?
Yo quería contar lo que nadie hacia. Quería, ahora lo sé, una falsa utopía. Quería que en el mapa de la información se visibilizaran a etnias pérdidas, a los que el mar se lleva sin ponerles nombre, a los desahuciados del Alma. A los que relatan cosas y casos exponiendo su vida. A los que no temen narrar verdades, aunque otros cuenten ¿mentiras?
Por eso yo quería escribir lo que nadie escribía.
Siempre recordaré al director de un medio radiofónico cuando me dijo “Si sigues como eres (sincera) no conseguirás gran cosa”.
¡Y cuánta razón! No he conseguido nada. Nada de éxito. Nada de gran periodista, Pero… Mi escritura está limpia. y mi mirada está siempre nítida para ver lo que otros no miran. Y mi Alma sigue siendo sincera y honesta.
Ya sé que no es gran cosa en este mundo de "mass media", más con poco alcance de vista para publicar asuntos que no sean las que convenga en cada momento al político de turno, o a los dueños de los medios.
Medios donde hay mucha, muchísima opinión y poco criterio. Mucho “divo” periodístico y poca reflexión crítica. Y de medios que marcan las pautas de lo que será noticia durante días.
En mitad del verano una tumba ha tenido al personal peleándose, y ahora que este finaliza será el cambio horario. Y más adelante…, no importa ya harán de cualquier caso un circo mediático.
¡Así de entretenidos nos tienen y de "bien" informados! Obvian que hay miles de temas con mucha más relevancia que se pasan de puntillas, o mejor dicho ni se camina por ellos.
Por eso yo siempre he querido hablar de lo que nadie hablaba. Y he querido contar lo que otros no contaban.
Ana Mancheño